Parte 1 "Aún pienso en ti"

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Camino por la habitación desesperado, hacía mucho tiempo que no tenía esa sensación de dolor. Recuerdos venían a mi con esa horrible canción de fondo, recuerdos donde estábamos en el instituto, cuando logramos abrir el negocio que tanto queríamos, días de juegos, días en la playa, nuestra confesión de amor, también llegaban a mi algunos recuerdos tormentosos, estar llorando bajo la lluvia, nuestras peleas, el día que decidimos ponerle fin a todo y la última vez que lo vi. De eso ya hace casi 10 años.

Una fiesta se estaba llevando acabo abajo, mi hija esta cumpliendo 15 años y su mamá, Alice, insistió en hacerle una ceremonia.

-Luces pálido, igual que en nuestra boda. No te había visto así en todos estos años-. Alice había entrado en la habitación que compartíamos para hacer creer a nuestros hijos que nos amábamos.

No me malentiendan, ella era hermosa y con el paso de los años le había llegado a tomar cariño, compartíamos vida y teníamos hijos hermosos. Pero no nos amábamos, nunca lo hicimos.

Portaba un hermoso vestido color rojo, que la hacía ver más pálida de lo normal. Yo, por mi parte, traía un traje negro y, para hacer juego con ella, me había puesto una camiseta roja. Siempre lo hacíamos así, desde nuestra boda en cada evento importante tratábamos de portar algo similar.

-Perdón, estaba recordando algunas cosas-. Alice conocía todo de mí, se había convertido en mi mejor amiga, por no decir que en la única amiga que tenía en este mundo.

Ambos manejábamos la empresa, mano a mano desde hace 16 años, ella era inteligente y siempre me había aceptado a pesar de todo, siempre estaré agradecido por eso.

-Deberías tratar de poner una cara mejor, Kook. Los niños se pueden asustar-. Más que molesta ella estaba preocupada, lo veía en sus manos que no dejaban de temblar al ponerse ese pendiente.

-Ven, deja te ayudo-. Me acerque a ella y pude oler el perfume de vainilla, ella sabía que yo amaba ese olor, se esforzó demasiado para que yo sintiera algo más, pero nunca pude. -Hueles increíble, Alice. Amo la vainilla-. Eso la hizo sonreír un poco. Pero aún después de años pude ver el dolor en sus ojos.

Un recuerdo de Alice vino a mi mente. Aquella pequeña niña asustadiza a la que estaban obligando a casarse conmigo. De apenas 18 años, que tuvo que llevar en su espalda el peso de su familia, tuvo que salvarlos a costa de su felicidad, tal vez es por eso que acepte, vi la determinación en sus ojos. Pero nunca pude amarla de la forma que se lo merecía.

-Perdóname, Alice-. Una sonrisa se apodero de su rostro, pero no llego a sus ojos. En ellos había una pequeña laguna, se que son de todas aquellas noches que le dije que no podía dormir con ella, o de algunas ocasiones que me escucho susurrar somnoliento el nombre de la persona que será el amor de mi vida para siempre. Vaya, aún se me rompe el corazón.

-¿Hablaste con él?-. Alice sabía que cada año iba al Río Han con esperanza de poder decirnos unas cuentas cosas. Cada 26 de enero ambos íbamos, y nos observábamos de lejos, ninguno se acercaba. Podíamos durar hasta tres horas ahí parados, sin decir nada. Sin besos, sin abrazos, sin palabras. Solo miradas. Ya había pasado una semana desde que había ido al rio Han, pero Alice siempre preguntaba lo mismo. Baje la mirada hacia el reloj que traía en la muñeca.

-No, no nos acercamos-. Ella suspiro, debe ser difícil aceptar todo esto y vivir con ello.

-Mamá, Papá, apresúrense, los invitados están llegando-. Yang Mi llegó a la habitación gritando, ella era mi hija mayor. Vestía un hermoso vestido rosa, al igual que su madre su piel era pálida, tenía unos hermosos ojos que parecían de venado, su rostro era pequeño. Una combinación perfecta de su madre y mía.

Al verla toda la tristeza se fue, mi fuente de inspiración y motivación ahora estaba frente a mí, luciendo como princesa.

-Oh, mi pequeña Yang mi (En coreano significa rosa) estás hermosa-. Me dieron ganas de llorar, arrepentido de pensar en todo lo que había en mi cabeza en la mañana, y sin pensarlo dos veces la abrace. Era mi niña, mi pequeña.

No puso resistencia al abrazo y pronto me lo regreso. Me sentí invencible.

-¿Por qué lloras mami?-. Alice, que hasta hace un momento estaba tensa ahora se encontraba limpiando las lágrimas que viajaban por su rostro. Yang Mi se alejo de mi y fue hacia su madre, fundiéndose en un bello abrazo. Pronto los gemelos llegaron a la habitación.

Myeong Suk y Dae Hyun eran los gemelos que nacieron después de Yang Mi. Myeong Suk es una pequeña niña astuta e inteligente, que cada tanto nos hace pequeñas travesuras pero que jamás traen un regaño. Dae Hyun, por su parte, es un pequeño niño con la misma bondad y virtud que yo crecí. Ambos son niños talentosos y fuertes, con un lazo tan puro, más allá de la sangre que comparten.

-Mami ya están llegando todos, bajen-. Grito una pequeña Myeong, ella utilizaba un vestido del mismo color que su hermana, y aunque lucía igual de muchas maneras a Yang sus ojos eran un poco más pequeños, y su cara un poco más afilada. Dae Hyun, por su parte, era prácticamente mi doble, aún me sorprendía el parecido que teníamos.

Juntos ahí, los cinco, me di cuenta que era todo lo que quería en el mundo. Me sentí en paz, me sentí tranquilo. Y aún después de pensar en eso un pequeño vacío se sintió en mi estómago.

No estaba completo.

Bajamos para la ceremonia, mis hijos habían tenido razón. La casa se encontraba repleta de amigos y familiares. De mi brazo caminaba Alice, como toda la vida, del otro lado Yang Mi también me sostenía fuerte. Mis hijos venían jugando bromas entre ellos, y las personas voltearon a vernos.

Podía ver en sus rostros las miradas de emoción, y yo caminaba con orgullo por todo lo que tenía.

Hasta que lo vi.

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