Brava

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Grean

La chica que me está mirando desde la puerta de la izquierda parecía sorprendida, lo cual le da un aspecto tierno e inocente aunque parece tonta, me mira entre avergonzada y asustada, es muy tierna.

- Realmente, no lo se. Anoche pillé una borrachera y al recuperar el conocimiento, estaba aquí.

Pedazo mentira, realmente me había ido a dar un paseo y a llorar por mi miserable existencia, cuándo me encontré unos tipos que se prestaron a que yo les contara mis problemas, pobrecitos, menudo tostón les di, con mis problemas personales. Vamos, un tostón, y me dijeron que me podían ayudar, a tener una vida mejor, y les dije que sí, sin dudarlo de hecho, la mayoría pensaría que me podrían raptar para venderme o abusar de mí, pero ellos también me contaron su historia, confío plenamente en ellos.
Y aquí estoy, con una niña de entre 12 y 14 años preguntándome desde la puerta de un coche que ni siquiera es mío y que huele a ambientador, qué está sucediendo.

Me hizo una mueca de preocupación y se subió al coche, los dos agentes se subieron al coche también; debía admitir que estaba un tanto nerviosa, no paraba de tocarme el pircing de la nariz continuamente; primero íbamos por las carreteras del pueblo, pasando desapercibidos. Hasta que llegamos a las afueras, a las grandes carreteras, el puente desde nuestra civilización al exterior, la compañera que tengo al lado que se hace llamar María no para de morderse las uñas, y yo me revuelvo en mi asiento, estoy incómoda, me hubiese gustado cambiarme de ropa y quitarme la incómoda falda de cuero que llevo puesta...

-Ahhh

Miro a María, tiene los ojos cómo platos, y yo debo tener la cara igual,
El coche se está elevando, estamos volando.

Ágente 1

Rafa mira a las chicas divertido, por las reacciones que presentan ahora mismo en sus rostros, yo las observo desde el retrovisor, la niña, hija del señor al que apunte parece muy asustada; quizás me pasé con lo de apuntar a su padre, pero quería acabar rápido, no me caía bien, por suerte no sabe que ya he acabado con su vida, esto es un secreto y ni el más callado de los humanos lo podría conservar.

La otra, Grean, también parece asustada, aunque se nota que le divierte y se lo está pasando bien.

Rafa

Si, exactamente, ese es mi sistema, costó muchas horas de trabajo, pero aquí está, y ya te digo yo que al ver la cara de estas dos chicas todo había valido la pena.

El viaje había terminado, María miraba por la ventana asombrada, y Grean solo mascaba un chicle que hacía holer todo el coche a fresa.

Bajamos del coche, las dos chicas tenían una expresión de tonta en sus caras, posiblemente por el asombro y la alegría que produce volar, no todos los días te subes a un coche que vuela.
Surcar el firmamento con mi pequeño invento te despeja la mente al cien por cien, nunca te vas a sentir más cerca de las nubes que con Kiara; es casi como mi hija.

La pista de aterrizaje era como la de un avión, pero mucho más pequeña, estaba por caer la noche y se veían unas preciosas nubes color rosa y el manto del cielo dotaba del color naranja y azul, que se reflejaban en las placas metálicas que vestían la pequeña pista; tenía unas vistas impresionantes que daban a una enorme ciudad, los edificios desprendían luz propia, de un tono azulado, los árboles eran casi tan grandes cómo los edificios y revestía un follaje verde amarillento del cual se desprendían pequeñas partículas luminosas con un hermoso color amarillo.

María

Esto era cómo un sueño, la gran ciudad que tenía a mis pies desprendía luz, como una estrella, que acompañaba a la hermosa caída del sol. Estaba muda, sin palabras, podía observar cómo los dos agentes sonreían con orgullo, y a Grean le brillaban los ojos.

-Señoritas, esta es nuestra querida ciudad Brava. Os voy a otorgar un par de gafas de sol para que os acostumbreis a la luz, pero lo haréis rápido, tenedlo por seguro.-

El agente más alto nos da unas gafas de sol a cada una, la mías son triangulares, con una montura marrón, y unos cristales con un tono morado.
Las de Grean son iguales pero la montura es completamente negra.

Me las pongo rápido y sigo al agente más bajito, lleva las manos en el bolsillo de una forma holgada lo que hace que me tranquilice un poco, pasamos por en medio de la pista perdiendo las hermosas vistas de la ciudad, después de unos metros llegamos a un edificio blanco y gris, una estatua del cuerpo de una mujer apenas tapándose con una sábana y la cabeza en alto, con esencia romana, predomina enfrente del edificio rodeada por una pequeña fuente de piedra blanca, del mismo color que la estatua.
El agente alto se acerca con Grean y saca una tarjeta azul del tamaño de un dedo, la cuál pasa por un rectángulo de metal que se encuentra en la parte derecha de la enorme puerta de cristal, el agente que esperaba conmigo pasa y yo le sigo dócilmente y Grean me imita, el suelo reluce y esta hecho por granito negro pulido.

-Rafa, todo tuyo-

Rafa, se llamaba Rafa, ese era el nombre que portaba el agente que tenía a mi lado, Rafa puso su dedo índize en otra placa de metal con un círculo negro donde el posaba su dedo.

-Buenos días agente 20, ¿qué desea usted?
-Traigo a las dos chicas, me gustaría hablar con la general 1.-
-Deacuerdo, pidiendo solicitud...-
-Buenas tardes Rafa, ¿tienes a las dos?-
-Si Marta, aquí están, déjame pasar-
-Abriendo puertas.-

Lo que parecía solo una pared del simple edificio, resultó ser una puerta secreta la cuál se abría por la petición de aquella general, llamada Marta; al abrirse se podía apreciar la existencia de una gran sala, tenía pequeñas decoraciones, pero lo que más destacaba en ella era la presencia de una mujer, tosca y orgullosa, llevaba el pelo recogido en un moño repleto de canas entro el bello color rojizo que predominaba en su cabellera, sus ojos eran azules, aunque no se podía apreciar por la tosca expresión de su cara, lo que hacía que se escurecieran, era ancha de cuerpo, llevaba un uniforme verde oscuro, parecido al de un general, y unas simples botas de cuero negro.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora