Cap. 32 Sueño

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"Perdóname" dije mientras veía su rostro, en dónde tantas veces lo imaginé con lágrimas cayendo.

Ella entendió porqué lo había hecho, pero por más que le explicará mis razones no justificaba, le hacerla sufrir

— Entiendo tu posición, Elise— dijo, forzando una sonrisa, forzando sus ojos, para suprimir el llanto que gritaba dentro de ella. 

Y lo podía sentir. 

— Todo esto debe terminar. No quiero esconderte, no quiero fingir ante mí. — le respondí, mientras sostenía su rostro con mi mano

— No será tan fácil, y eso lo sabes tú también. 

— No sabes cuándo te vi sufriendo en mi imaginación, y todo por mi culpa. Yo no quiero hacerte daño— rogué, rogué porque... porque ella pudiera perdonarme

— No es tu culpa. Ese pedo que tu apellido carga, y el castillo que te rodea...son los que te hacen sufrir. Y lo entiendo, pero... has llegado a mi corazón, hiciste un hueco en él, y lo hiciste tuyo. 

— Tu hiciste lo mismo, Irenne. Y por eso, me parte el alma que hayas visto cada noticia.— sonreí, para calmarme

— Lo único que te pediré a partir de ahora, es completa sinceridad. Sea lo que sea.

— Siempre lo he cumplido, y así será. 

— ...¿Tú lo amas?— me preguntó con preocupación, aunque trato de disimular. Pero esa emoción no podía ser disfrazada.

— Le quiero, pero no de la forma en la que mi corazón te quiere a ti. Antes de que llegaras a mi vida de nuevo, él, era el único que me escuchaba, la alegría que siento cuando lo veo, es solo de amistad. Pero lamentablemente, Edward me quiere como si yo fuera la única mujer en el mundo.— fui lo más sincera que mis palabras me permitían, y note, como había un alivio inmenso en su rostro.

— Después de tus palabras, puedo soportar otros tres meses— respondió bromeando

— No se puede amar a dos corazones al mismo tiempo.— le sonreí y ella imitó mi acción como si le hubiera dicho que había ganado la lotería

Sentí está emoción que tanto busqué en él, esa que me hizo sentir como todo en mi brincaba, mi corazón, lo gritaba, gritaba esa palabra fuerte que me sofoco al oírla.

Pero aquí, mis manos la sentían cuando rozaba su piel, mi ojos lo decían cada vez que se encontraban en los suyos, todos mis sentidos lo demostraban, solo estando frente a ella. 

Y al llegar a mi garganta, sentí como esas mariposas en el estómago, salían lentamente, rogando llegar a sus oídos desde hace mucho tiempo.

— Te amo

Me sentí liberada, y no, nada en mi se sentía mentira. En verdad lo sentía, ese sentimiento que tanto llamaban hermoso. 

Por fin lo entendía. 

— Yo también te amo, Elise

Lo dijo sin dudar, como si eso estuviera en su garganta atrapado, y solo yo era la llave de sus labios. 

Imaginé rosas, rosas saliendo de ella. 

Cada una de ellas más divina que la anterior. Imaginé el cielo y el mar en su cabello. Lo acogedora que era la luna, ella lo tenía en sus manos. 

De pronto entendí cada poema romántico. 

Cómo si se hubiera escrito para nosotras.

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No hubo más que la princesa no deseara tras este tiempo, más que detenerlo. 

Tener su control, y su gran don. Ese que la hacía no ser descubierta, ese que la hacía formular palabras inventadas tan fácilmente, como si de verdad hubieran pasado. Ese que hacía creer, que todo iba bien, que nada era inaceptable. 

Ese que la hacía ver princesa.

Diez meses habían pasado ya, como un río sin corriente y sin ninguna cascada cerca para tener temor de navegar en ella. 

Pero para el tiempo, las personas eran su juego más divertido, su peón, la princesa aún estaba en espera de la gran jugada. 

Elise había optado por el convencimiento de sus Padres. En busca que antes del regreso del príncipe; Flycia se convirtiera en un lugar sin discriminación por la diferencia. 

Esa era su principal tarea desde su regreso a la gran casa. Madre jamás quería escucharla, y las personas igual a ella preferían irse a Lomarí. 

Aunque aquí, eso no era penado, si era juzgado. No había opciones aquí de ser diferente en el amor.

Afortunadamente, Padre tenía un poco más de tiempo para pensarlo...pero aún era larga su meta. 

Una vez hecha, el segundo paso estaría en juego. Enfrentar la verdad. 

Decirlo todo ante sus padres, para poder obtener su libertad. 

No había día en que eso no la ilusionara.

Había tanto en que pensar que Irenne y su nueva meta abarcaban toda su mente. 

Edward no era algo que le preocupara, al menos no ahora. 

Disfrutaba de los momentos, los poemas, y las palabras que se demostraban una a la otra. 
Una o dos veces por semana era su visita, su único lugar de salida y su única distracción. 

Había dejado atrás el estudio de los reinos, el tiempo se había llevado su pensamiento de reinar algún día. Por más que Flycia expandiera sus ideas...una reina diferente, era imposible de existir. 

Estaba segura de que su libertad sería total, pero estaba dispuesta a perderlo todo, para vivir de su felicidad. 

Un sueño, que las puertas estaban por abrir. 












La Vida de Elise.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora