Cap. 52 Ser Elise

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Desgraciadamente, los pasillos hacia el camino que daban hacia la habitación del Rey, pocas veces estaba sola. Durante las noches Abraham intentó escabullirse para hablar con su hija, pero Edward escucharía su conversación. Estaba dispuesto a hacer lo que sea por ayudarla. Hasta que por cuatro días más, tuvo la misma conversación con el rey. 

— Señor Abraham, se que está preocupado. Pero Elise está indispuesta, y por las noches ya está lista para dormir desde temprano. Podrá hablar mañana con ella.

Y ése mañana nunca llegaba, pues la princesa ya no salía de la habitación, más que para alimentarse. Con la misma excusa: Debo guardar reposo. Pero su padre sabía perfectamente que no era así. Parecía como si toda su ropa elegante estuviera en la basura, su maquillaje había desaparecido de su rostro durante varios meses. Tenía las ojeras cada vez más marcadas. Su cabello era un desastre, ignorando los reclamos de Rose y Edward por volver a ver a esa hermosa Elise con brillante piel.  El peine ya no era parte de su vida. Tomaba una ducha y al salir, su cabello no era desenredado de ninguna forma. 

Ya no puedo llorar más

Cada día que pienso en mi, me siento una villana. La más cobarde y sumisa que puede a ver. Tengo la tormenta frente a mí, entra sin pedir permiso y su caos me desespera. Pensaba que la corona era mi marcará, pero ahora se qué es un disfraz hecho a la medida. ¿Porqué me ven así? Cuando entran a limpiar la habitación, me ven como algo peligroso del que nadie puede acercarse.

¿Soy más mala que Rose? 

Mientras miraba el cielo, y esa ave azul que solo picaba el cristal durante todo el día. "Te amo" decía mientras rompía el delgado cristal. Hasta que este se rompió, y los restos los seguía diciendo. ¿Acaso Edward no podía ver que ya estaba hecha polvo?

Yo era la única culpable. 

Me convencía de eso cada mañana desde aquella bienvenida. Desde que veía el rostro ilusionado del príncipe. Desde que rogué ayuda a Joel. Desde que Irenne comenzó a amarme. 

Ya no quiero otro viento dentro de mí. Esas tormentas... se habían llevado todo. Y yo ya no soportaba otra más. Mi cuerpo estaba tan ligero y frágil con el pegamento de mis lágrimas, que esparcía sus partes con cada ronquido del hombre que dormía a mi lado. 

Veía mi vientre, y el odio se convertía en llanto. Esto jamás debió pasar. No quería nada de él.

Tal vez era mi destino. Era hora de aceptarlo. 

Ya no había nada por lo que quedarme en la gran casa. Mi único corazón se había marchado con el golpe en mi mejilla. No pertenecía aquí, jamás pertenecí aquí. Me odiaba tanto por no saber de Irenne. Por qué lo único que estaba en mi mente, era su imagen llena de preocupación, con desvelos encima...por mi culpa. Yo era la causante de todo su dolor. 

Por última vez, tomé una decisión. ¿Qué es lo quiero?

La respuesta era clara, dejar de ser el punto de la decepción de todos, dejar de sentir amor y dolor al mismo tiempo, olvidar mi nombre, dejar de ser la exhibición de esta vitrina de arte, ya no ser parte de esta gran obra de teatro... Tal vez si nunca hubiera mirando desde lo prohibido, si nunca hubiera admirado el sol, si nunca hubiera seguido esa luz que tanto me llamaba, si jamás hubiese aceptado esta explosión de colores dentro de mí.

Si no hubiera sido Elise.

Entonces supe lo que quería, todas mis decisiones siempre fueron hechas polvo por mis responsabilidades. Las preguntas fueron mi debilidad. Ella fue mi objetivo, pero jamás me di cuenta de que yo era su obstáculo. Yo era quien le impedía seguir sus propios sueños. 

La Vida de Elise.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora