La Reine; larry stylinson [bottom!louis] [traducción]

11. "Omertà."

Harry pasa horas solo en la suite del hotel, leyendo y tomando una larga y pacífica ducha. Un toquido en la puerta lo interrumpe en el momento que está dándole vuelta a la página de su libro así que se levanta abruptamente del sofá en el que ha estado descansando y corre hasta la entrada. Los latidos de su corazón se aceleran cuando sus dedos agarran el pomo de la puerta, y un ceño fruncido se apodera de sus facciones cuando abre la puerta.

—¿Puedo ayudarlo, señor?— Le pregunta a un hombre vestido con un traje completamente negro, sin embargo, el hombre solo aleja a Harry de la entrada y sostiene la puerta abierta. Harry retrocede con los ojos muy abiertos mientras dos mujeres y otro hombre entran, cada uno cargando grandes cajas blancas.

—Merci. N'oublie pas d'être rentré dans une heure.— Dice una persona con una voz familiar.

"Gracias. No olviden regresar en una hora."

Paris es hermoso, pero Harry encuentra encantador al hombre joven junto a la puerta. Louis está parado ahí, vistiendo una blusa rosada, unos pantalones de piel brillante, unos tacones negros y un grueso abrigo gris. Sus ojos están cubiertos con unas gafas de sol blancas, y su cabello es un fleco perfecto sobre su frente. Harry se impulsa hacia adelante, rogando por tener algo de contacto, pero Louis extiende su mano para impedirlo. —Espera, papi.— La Donna se gira hacia el hombre musculoso que está parado en medio de la habitación y le asiente, sin decir palabra alguna el hombre se retira, pero Harry tiene el presentimiento de que no se irá demasiado lejos.

—¿Te gusta tu habitación?— Louis le pregunta, cerrando la puerta que está detrás de él y poniéndole seguro. Sus pasos son lentos y burlones mientras invade el espacio personal de Harry. —La reservé para ti.— El diamante en su mejilla resplandece.

A Harry le hormiguean las manos por el deseo de tocar a Louis, así que extiende su mano temblorosa y casi grita de alegría cuando Louis la toma. Chispas eléctricas vuelan entre ellos con ese simple toque. —Hola.— Harry lo saluda tontamente.

—Bonjour.— Los labios rosas de Louis se estiran en una sonrisa. —¿Cómo estás?

Los labios de Harry apenas si pueden formar palabras que no sean oraciones coherentes. —Te deseo.

El ambiente entre ellos cambia de uno suave a uno lleno de tensión. Harry siente como las uñas de Louis se arrastran a través de sus nudillos mientras la Donna lo guía hasta el sofá que está en medio de la suite. Sus tacones golpean contra el piso de madera y sus ojos observan profundamente los de Harry en el momento en el que ambos toman asiento sobre los suaves cojines. —Recuérdalo, cuando me tomas,— Louis susurra. —Ya no me puedes dejar ir.— Su voz se apodera de los nervios de Harry como un brillante resplandor de sol. Él se quita su chaqueta lentamente, revelando sus clavículas prominentes. —Me mantendrás a salvo, cálido y feliz. Estarás a mi lado para siempre.— Las manos de Harry encuentran su hogar en la cintura de la Donna.

Nunca pensó que apreciaría la sensación de ahogo, pero cuando es Louis quien se está robando su oxígeno, entonces ama el ardor en sus pulmones y su garganta. Con la pasión corriendo a través de sus venas, Harry entierra la punta de sus dedos en la suavidad de las caderas de la Donna. —Lo quiero. Te quiero a ti.

—Confías demasiado en un criminal como yo.— Louis arrastra las palabras, recargándose en el agarre de Harry. —Me temo que estás cometiendo un gran error, gatito.

—No lo estoy.— Harry niega con su cabeza, su deseo finalmente es el capitán y todo lo que tiene que hacer es disfrutar el viaje. —No me importa.

—Te has obsesionado en tan poco tiempo.— Los labios de Louis están a milímetros de los de Harry.

Louis es una espina clavada en el costado de Harry, pero en vez de sentir dolor, lo llena de fuego en su aburrida vida. —Te deseo.— Harry suplica. —Permíteme tenerte.