Capítulo tres.

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La noche en que Courtney fue asesinada pasaron tantas cosas simultáneamente. Angie estaba en la casa, Orlando estaba hablando con Courtney, la pistola de la mochila de Lindsay, el beso entre Courtney y Lindsay, Lorianne espiándolas, el altercado  con Donovan. Todo estaba unido por un pequeño hilo invisible. Todo iba tan de la mano, que ni siquiera sabían por dónde se unían las historias.

—¡NO FUI YO! —Dijo Angie. Ella juraba que no había matado a Courtney.

—¿Entonces quién más pudo haber sido? —Le preguntó Norah bastante asustada.

—No hay que apresurar las cosas, B dijo que había una pistola escondida —dijo Lorianne bastante segura.

—Sí… pero ha pasado un año, si alguien llevó una pistola esa noche, ¿por qué la tendría todavía? —Insinuó Enelise asegurando completamente la suposición.

—¿Por qué alguien seguiría teniendo el arma homicida? ¿No es así? —Insinuó Lorianne. Lo había dicho más como afirmación que como una pregunta.

Los pequeños gatos siguieron uniendo hilos dentro de toda la historia. La pistola que portaba Lindsay esa noche podría haber sido el arma homicida de Courtney.

Angie pudo haber sido la autora intelectual de todos los hechos.

Pero siempre quedaban más cosas en el aire. Siempre faltaba algo. Una maldita pieza nunca encajaba en el rompecabezas.

Un segundo después, la voz del director se escuchó en los altoparlantes de la escuela:

—Owen Coleman, Jade Johnson, Lorianne Richardson, Lindsay Thompson, Orlando Roberts, Norah Young, Donovan Smith, Angie Morgan y Enelise Adams, favor de pasar a mi oficina inmediatamente —terminó de nombrar el director.

—Bueno… —habló Owen como si algo malo estuviera pasando. Y lo estaba.

Todos se comenzaron a tensar y los escalofríos empezaron a recorrer su cuerpo. Había muchas cosas de las que el señor Daniels podía hablar con cada uno, pero ¿todos juntos?

—Pasen, por favor, pasen —mencionó el señor Daniels. Pero el tono de su voz no sonaba para nada amable; parecía que él estaba enojado con todos, que estaba furioso, pero más que nada, parecía que estaba sorprendido por algo.

¿Por qué cosa el director Daniels podría estar sorprendido? Esta era una situación incómoda para todos; tenían secretos que no podían revelar, tenían cosas que no podían confesar, tenían promesas que no podían romper. Tenían un asesinato, que nadie había podido resolver.

—Director… no es por ser grosera pero… ¿para qué nos quiere aquí?  A todos —Preguntó Lindsay. Estaba confundida e incómoda; había sido la primera en haber llegado. Un año alejada de sus amigos no había sido tan fácil, y ahora, la tenían sentada ahí, junto a todos los demás, como si nada hubiera pasado durante todo ese tiempo.

—Vaya, hace mucho que no te oía decir ni siquiera pío, no recordaba ni como era tu voz —bufó Norah; conociéndola, parecía que ella le había hecho un cumplido y que realmente extrañaba que Lindsay fuera su amiga, ahora más, que Norah tampoco le hablaba a los pequeños gatos. Pero su voz había sonado sarcástica y burlona, como siempre parecía.

—Le decía al director Daniels, no a la gorda y perra mandona —respondió Lindsay de una forma bastante grosera. Se cruzó de brazos y bajó un poco la cabeza.

—Relájense señoritas, nos la cité en este lugar para que comenzaran a pelear e insultarse —dijo el director— están aquí para explicarme todo lo que está pasando con ustedes —dijo el señor Daniels y después tomó un sobre amarillo y gordo de su cajón. La mayoría pudo notar que tenía una nota de anonimato y una B marcada en la otra cara del sobre. Todos se preocuparon, B le había mandado quién sabe qué al director.

LITTLE SECRETS [Extended Version]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora