Capítulo cinco.

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Orlando Roberts y el oficial Dante McGinley ingresaron a la sala de interrogatorios de la estación de policía. Orlando estaba nervioso, sudaba de las manos, de los pies y de la frente. No había rincón en su cuerpo que no estuviera sudando en ese preciso momento. Caminó dentro de la sala de interrogatorios: un paso, dos pasos, tres pasos, luego cuatro, cinco, seis, siete y para finalizar dio un octavo paso. Llegó hasta la mesa grande de metal y se sentó en la silla del lado contrario de la puerta; la silla era del mismo material que el de la mesa. El oficial se acercó hasta él, le quitó las esposas, se dirigió hasta una mesa adyacente con varias cosas arriba, le sirvió un vaso de café caliente, le entregó una pequeña botella de agua que había sacado de un diminuto frigorífico y procedió a sentarse frente a él.

Después tomó un control remoto que estaba justo de su lado de la mesa, giró su silla hacia la derecha y apuntó directo a donde estaba una videocámara abierta y lista para grabar. Estaba sobrepuesta en un tripié; el aparato se encendió y el oficial nuevamente giró para quedar frente a frente con Orlando.

La mirada del oficial McGinley era pesada, era fría, era bastante seca, en realidad, su mirada no emitía ningún tipo de emoción alguna. Su mirada exigía respuestas, su mirada exigía saber lo que realmente pasó aquella noche. Y esperaba la verdad, no permitiría que Orlando le contara ninguna otra mentira.

—Son las 15:45 horas y procederemos con el interrogatorio al joven Orlando Roberts, diecisiete años, se le acusa de asesinato en primer grado de la joven Courtney Reed. Orlando, todas las preguntas serán sobre la noche en que tu amiga Courtney fue asesinada —el oficial detalló cada uno de sus datos y procedió a explicarle la forma en que se llevaría a cabo el interrogatorio.

—Entiendo perfectamente —dijo Orlando Roberts mientras golpeteaba la mesa  de metal con sus nudillos. Su voz denotaba nerviosismo y miedo, pero a la vez rabia por tal acusación.

—Primera pregunta: ¿Quiénes asistieron esa noche a la cabaña de Norah Young?

—Asistieron Owen Coleman, Enelise Adams, también fueron Jade Johnson, Lorianne Richardson, Lindsay Thompson, Bridget Price, también Madison Collins, Chelsea Williams, Kya Stewart, Donovan Smith, Norah Young y Courtney Reed —se calló por unos instantes y el oficial le hacía señal para que prosiguiera con el listado de individuos que asistieron a la fiesta— y yo. —Dijo para finalizar.

El oficial comenzó a tomar nota en una pequeña libreta amarilla que llevaba en uno de los bolsos de uniforme.

¿Quiénes fueron al supermercado por las bebidas?

—Owen Coleman, Enelise Adams y yo —Orlando comenzó a hablar de malagana mientras jugaba con sus dedos sobre la mesa fría.

¿Quién fue la persona que les vendió las bebidas embriagantes sabiendo que ustedes tres son menores de edad?

—La prima de Enelise. Realmente desconozco cuál es su nombre. Oficial McGinley ¿qué tiene que ver la ida al supermercado con el asesinato de mi amiga? —El oficial dejó de escribir en su libreta y dirigió la mirada firme a Orlando, haciendo que se pusiera aún más nervioso de lo que ya estaba.

—Las preguntas aquí, las hago yo. —Retomó sus apuntes y habló sin mirar a Orlando—. Dije que el maldito interrogatorio sería sobre ese día, no necesariamente que sería sobre el asesinato.

Orlando rodó los ojos y después dijo un poco abrumado por la situación: —Sí, sí lo dijo.

—¡Qué no! —Le contestó de malagana el oficia l McGinley.

LITTLE SECRETS [Extended Version]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora