Capítulo dos.

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Norah Young había dejado de ser la líder de los pequeños gatos; incluso había dejado de ser parte de los pequeños gatos.

—¡Vamos Norah! Por favor —Le suplicó Owen casi de rodillas en el pasillo de la escuela, el pasillo que daba al patio exterior y que parecía que nunca limpiaban. Si Owen se llegaba a poner en cuclillas su pantalón se estropearía.

—¡¿QUÉ?! —Le gritó en medio del pasillo, todos voltearon a ver la escena que estaban armando. Era bastante vergonzosa. Daba pena lo que estaban haciendo, y daba más pena lo que estaban logrando.

—Sabes que yo nunca te haría algo así —le volvió a suplicar Owen mientras la tenía agarrada de sus manos. Realmente estaban dando un espectáculo de dimensiones estratosféricas. Quizá y esta fuera nominada a la discusión del año.

—¿Con qué soy una gorda, una perra mandona y además de eso también soy estúpida? Si tienes algo que decirme me lo hubieras dicho cara a cara, no tenías por qué ponerlo dentro del vídeo y humillarme ante todos —le dijo casi llorando.

—Oíste lo que dijo el dj, alguien estaba manipulando la puta pantalla, sabemos que fue B —le dijo bastante enojado y comenzaba a darle movimientos agresivos a sus manos. La gente se había aglomerado alrededor de ellos.

—Ok. ¿Terminaste? —Le dijo Norah secamente mientras comenzaba a palpitar el suelo con su dedo derecho. Su mirada hacia Owen era fija y amenazadora y se había cruzado de brazos.

—Sí —se limitó a decir Owen sin ningún otro comentario o  respuesta en su bolsa, en fin, él sabía que estaba diciéndole la verdad y si ella ni siquiera le creía no era problema suyo.

Owen caminó hacia donde estaban todos sus amigos. Estaban sentados en una de las bancas del patio de la Preparatoria de Portland. Era momento del almuerzo, y al parecer el espectáculo de Norah Young y Owen Coleman ya había terminado. Un par de mesas antes el celular de Owen sonó y lo sacó de su bolsillo para leer el mensaje:

“Uno por uno los voy a separar. ¿Quieres ser tú el siguiente y darte cuenta lo que en verdad pasó esa noche? Ve a los baños de hombres del primer piso”.

-B.

 

Owen había leído para sí mismo; dio un giro de ciento ochenta grados y se dirigió hacia dentro del instituto. Todos sus amigos se habían quedado con la boca abierta por su repentino cambio, literalmente, segundos después, por fin alguien en la mesa dijo algo al respecto:

—Será mejor que vaya a ver —le mencionó Orlando a todos en la mea mientras él se ponía de pie para ver qué es lo que le había pasado a su novio.

Owen miraba por el rabillo del ojo a Orlando y este empezó a caminar más rápido para tratar de perderlo; de donde él estaba eran unos quince metros para llegar a los baños del primer piso, pero Orlando fácilmente lo seguiría hasta allí. Comenzó a caminar más rápido, subió al segundo piso del instituto, bajó de nuevo al primer piso, volvió a subir, incluso fue un piso más arriba que la vez anterior y varios minutos después, cuando se dio cuenta que había perdido a Orlando bajó hasta los baños del primer piso.

Entró en el baño y vio tres cubículos, cada uno de ellos estaba marcado con una letra grande y negra; el primero tenía una A justo al centro y arriba; el segundo tenía una gran B ubicada en la misma posición; el tercero tenía una C al revés, pero también estaba en la misma posición.

Owen se acercó al cubículo de en medio, tocó la puerta con tres golpecitos y cuando se aseguró de que no había nadie allí, entró.

Se sentó en el escusado que estaba cubierto por la tapa, cerró la puerta del cubículo y pudo ver un gran sobre de color amarillo pegado en la parte interior de la puerta. Cuando volteó el sobre para ver la otra cara, descubrió una nueva B marcada con el mismo color que la del cubículo, e incluso era más grande y más gorda. Tomó el sobre con sus manos, giró el hilo para abrirla, sacó una carpeta de color rojo oscuro y comenzó a leer la primera hoja del archivo:

LITTLE SECRETS [Extended Version]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora