Parte remordimiento.

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Al terminar el trabajo me dirigí camino a casa y en el transcurso no podía dejar de pensar en esa forma tan profunda con la que me miró aquella mujer, no sé si fue empatía, pero logré sentir tanto el enojo que produje en ella, como la tristeza que sentía tras lo sucedido. Quería saber dónde estaba, si habría alguna forma de disculparme, de poder hacerla sentir mejor. «¡Ya! Basta de traumas» me dije. Si para mí me era imposible saber sobre las demás personas no quería que mi conciencia siguiera torturándome sobre lo que había hecho mal, debía olvidar lo sucedido, olvidar a la persona, como siempre.

Llegué al edificio, pasé por el primer piso donde vivía la casera, una mujer que ya no sabía como sacarle provecho a su vida, así que se quedaba en casa. El segundo, un departamento donde vivía una familia disfuncional, a mi punto de vista, un hombre que le encanta la bebida, incluso más que a David, una esposa pasada de peso y muy tosca al hablar, y una hija sorda, o al menos eso debe de ser para no darse cuenta de la mierda de música que escucha y el volumen tan alto al que lo tiene. Finalmente llegué a mí piso, el tercero. Entré al departamento, no era la cosa más extraordinaria, una sala-cocina-comedor, 2 habitaciones, un baño completo, lo esencial, no me quejaba del lugar al que plácidamente llamaba "hogar". Estaba tan cansado que me limité a desplomarme en el sillón antes que llegar a mi cama. Unos minutos después David volvió.

-¿Qué tal, chaval?

-Nada.

-¿Cómo que nada? A mí no me engañas, que yo lo sé todo.

-No sé de qué me hablas.

-Vamos, cuentame por qué estaba llorando la chica del café.

-¿Cómo es que sabes eso?

-Eché un vistazo en la cafetería en el momento oportuno, pero la verdad no entendí, ¿qué es lo que se traía esa vieja? ¿Qué le hiciste?

-Yo no le he hecho nada, esa mujer tuvo un mal día en el cual yo no tuve nada que ver.- Me había enojado con él.- Teníamos un acuerdo, no irrumpirías mientras yo esté trabajando y yo seguiría manteniendo la cerveza en el refrigerador.

-Pero que bueno que me lo recuerdas.- El idiota ignoraba lo que decía mientras tomaba una cerveza del refrigerador, ¿acaso era el día de ignoren a Eliot?

-¡Hey, cabrón, escucha! No puedes llegar cuando estoy trabajando, te conozco lo suficiente como para saber que echarás todo a perder y es importante que mantenga el empleo, al menos por ahora es importante para los gastos. Sin dinero no hay departamento, no hay comida, no hay alcohol y no hay mujeres.

-Tienes razón, me convenciste con las mujeres y el alcohol.

Al parecer logré que David recordara nuestro acuerdo un tiempo más y de paso me libré de una explicación sobre lo que había sucedido en el café, en fin, tenía que irme a dormir, el día siguiente era viernes. Sí, viernes, como siempre.

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⏰ Última actualización: Jan 06, 2015 ⏰

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