Parte problema.

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Nuestra vida transcurrió con mucha tranquilidad y éramos felices con lo que teníamos. Y a pesar de toda la diversión por la que pasábamos, todo tiene su costo, es por eso que pasaba todas mis tardes de lunes a viernes, de 18:00 a 23:00 horas, trabajando en ese café tan prestigioso para la ciudad. Siempre iba gente muy adinerada, los magnates de la ciudad y de vez en cuando alguna estrella del cine o la televisión, para mí esas personas me son indiferentes, inclusive si trabajara en un café mediocre de clase media, trataría a las personas con el mismo respeto con el que trabajo, de eso se trata ¿no? De esa manera me hacía ganar mi sueldo. La verdad siempre era la misma rutina, un "¿desea ordenar algo?" por aquí, "¿gusta probar la especialidad de hoy?" por allá, limpiar las mesas, llevar las cuentas, lo normal. Y el día en que tuve que preguntarle al cliente si necesitaba un pañuelo para secar sus lágrimas, fue un cambio drástico a la rutina que tenía preestablecida. Ese día parecía bastante normal, yo ni siquiera había notado la llegada de aquella pareja que estaba sentada en la terraza de la cafetería, pero armaron todo un drama. El hombre que iba acompañado de una mujer comenzó a hablarle de una manera estruendosa, no prestaba atención a la conversación, pero volaban frases como "es que yo no puedo vivir contigo" y "sera mejor para los dos" uno no tiene que ser adivino para saber que estaban a punto de terminar su relación. La mujer que lo acompañaba lloraba mucho, parecía que no tendría consuelo durante mucho tiempo, además no ponía atención a lo que el hombre le decía y éste comenzaba a desesperarse. Lo último que ví fue como dejaba un poco de dinero en la mesa, se despedía de ella y la dejaba ahí, en su mar de lágrimas. Sentía mucha pena por ella pero no sabía qué hacer, así que continué con mi trabajo atendiendo a los demás clientes.

Pese a que la mujer aún no dejaba el lugar y continuaba con su desdicha llorando cruzada de brazos sobre la mesa, el jefe tuvo la idea de que yo sería el individuo perfecto para pedirle amablemente que se fuera, una manera más sutil de hacer que se largue porque molesta y ahuyenta a los clientes. Yo no tenía ni la más remota idea de qué hacer, ¿cómo podía acercarme como si nada a una mujer a la que le habían roto el corazón...media hora atrás? No, la verdad ya era hora de que continuara su desgracia en otro lado, una heladería sería el lugar perfecto. En fin, sin muchas palabras en la mente y mi lengua suelta traté hablar de la manera más sutil que dispuse.

-Disculpe, señorita. Ella parecía ignorarme, eso me molestaba. -Disculpe. Esta vez toqué su brazo para llamar su atención, pero seguía sin responder. -¡Disculpe, ¿desea un pañuelo o la cuenta?!- Ahí va la mierda de sutileza.

En ese momento descubrió el rostro que tenía cubierto entre sus brazos y me miró fijamente a los ojos. Tenía unos ojos verdes, cristalinos y rojos de tanto llorar, pero cuando me miró aguantó las lágrimas. Sentía su enojo, había sido bastante impetuoso con ella. Se levantó rápido de la mesa y me señaló dónde se encontraba el dinero que le había dejado su ex-acompañante.

-Guarde el cambio, quédeselo de propina.- Se notaba que tenía quebrada la voz.

-Aguarde, yo no quería... no era mi intención.- Me ignoró como la primera vez, solo que está fue por rabia más que por tristeza. Abandonó la cafetería de inmediato y no pude salir tras de ella, tenía un trabajo con el cual continuar. Mi jefe me dio las gracias y yo seguí atendiendo las mesas como de costumbre, pero no podía alejar de mí ese remordimiento de culpa, era un asco de persona por tratar así a una mujer.

Bicéfalo UnitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora