Scott suele escaparse de la comodidad de casa una o dos veces por semana para realizar sus visitas a Luis que trabaja medio tiempo en Baskin Robbins, quizá porque el ambiente le trae recuerdos o por el simple hecho de ofrecerle compañía a su amigo. Acude cuando casi es hora de cerrar porque así puede sentarse con tranquilidad en uno de los asientos y conversar con Luis sin problemas. Ese día no es la excepción, cuando cierra la puerta del apartamento, eleva el cierre de su chaqueta hasta el cuello donde el frío metal con el que está hecho el objeto roza su piel y le provoca un leve escalofrío. Puede escuchar la risa Hope en su mente mientras comienza a caminar, ella seguro soltaría algún comentario que parece un ladrón o si aquello le traía recuerdos de cuando entró a robar a casa de su padre, Hank Pym. Suspira, baja el gorro de lana unos centímetros para que este cubra bien su frente, luego refugia sus manos en los bolsillos quienes pronto entran en calor. Piensa que quizá la mejor opción era quedarse en casa, bajo la calidez de sus sábanas y viendo alguna película en la televisión, pero las visitas a Luis eran sin falta, casi podía jurar que tanto él como su amigo esperaban el día de la semana que se encontraban porque por breves momentos rememoran viejos tiempos entre risas y helados que Luis dice que van por su cuenta.
Dobla en la siguiente calle esquivando a algunas personas que van en sentido contrario, prosigue con sus pasos en total tranquilidad, le gusta escoger calles casi desoladas para poder transitar con tanta libertad como le plazca. Al llegar a la otra calle, detiene su caminar de manera abrupta, está mirando al firmamento adornado con algunas estrellas que apenas se dejan ver y la repentina ráfaga azul y dorado que sabe no es normal. Retrocede al mismo tiempo que la nave se hace visible y desciende hasta llegar al pavimento originando que una leve capa de tierra se eleve. Demasiado tarde para retornar por donde vino o hasta esconderse, Scott da una mirada alrededor por si hay alguien más que está viendo lo mismo, ahí no hay nadie más que él y la nave que abre sus puertas bajo la mirada curiosa, atenta y algo temerosa de Lang.
Lo primero que aparece en su campo de visión es el hombre que se deshace del casco y revela su rostro, sus cabellos moviéndose a la par del viento. Scott piensa que sin contar la nave detrás del desconocido, la persona luce normal hasta que pronto llegan sus compañeros que, al verlo, algunos de ellos apuntan armas en su dirección. Scott pasa saliva bajo la atenta mirada casi asesina de la mujer con un color peculiar de piel. Intenta no desmayarse al ver al animal hablar encima de un árbol que apenas pronuncia tres palabras para todo.
—Identifíquese —dice la mujer con la espada en alto casi rozando el cuello de Scott.
—¿Humano? —Siendo honesto, no sabe que debe responder ante eso. El filo toca su piel antes de que el arma no esté más apuntándolo y mientras se apresura a tocar su piel para verificar que todo esté en orden, la primera persona que vio suelta una risa que no pasa desapercibida por él aunque decide ignorarla y no comentar algo al respecto, de todas maneras no está en condiciones de protestar.
—Star Lord —menciona estirando su diestra que Scott duda en poco en estrechar, pero lo hace de todas formas—. Lamentamos haberte asustado.
—Habla por ti, Quill.
Scott sabe que la noche apenas está comenzando y que lo más probable es que deba olvidarse de su visita a Luis y solo dar unas disculpas al día siguiente. Hay algo enigmático en quien se presentó como Star Lord, Scott duda mucho que ese sea su nombre verdadero y motivado por la curiosidad permanece en su sitio viendo lo que le rodea con suma atención. Los murmullos de los desconocidos son indescifrables debido a la distancia que se incrementó entre los dos en los últimos minutos.
—Él es lindo, ¿todos los humanos son iguales? —La voz suena más alto de lo normal originando que las mejillas de Scott se tornen de rosado. No es un tonto, admite que la mujer posee una belleza peculiar, cautivante con la piel que parece resplandecer tanto como las estrellas.
