ULTRAVIOLET [Wet Kisses 1.0]

¿Una rosa negra?

Hay belleza en la simplicidad.

~Anónimo.

Capítulo cinco.

Tiene razón.

Solo coloco mis labios en una delgada línea como respuesta.

—Violet— alguien me llama y creo que ya conozco esa voz de memoria, es bastante masculina y suave a la vez.

El proveedor de esa voz aparece en mi campo de visión.

—Hola, Ulyse— saludo sin inmutarme y Mavi me dedica una mirada de "¿es en serio?" mientras me observa, luego al pelinegro y después otra vez a mí.

—¿Como estás?— me sonríe ladeadamente y un hoyuelo de marca en su mejilla.

—Pues bien, ¿y tú?— pregunto por cortesía, en realidad no me interesa saber.

Quizás eso suene egoísta, pero es así, ni siquiera conozco al tipo.

—Muy bien ahora que te veo.

Cuando ve que me da igual su respuesta, agrega:

—Bueno, fue un gusto saludarte, nos vemos por ahí— comienza a alejarse y Toria lo sigue con la mirada.

—¿Por qué le hablas así?— me mira con estupefacción.

—Me parece que le hablé normal— sigo caminando con ella a mi lado.

—Fuiste grosera, Violet— me frunce el ceño— ¿que diablos sucede contigo?

Ruedo los ojos.

—María Victoria, ¿no se supone que tienen clases?— quiero hacerle entender que no me interesa agradarle a la gente, es casi imposible, ni siquiera sé como ella sigue hablándome a pesar de lo maldita que soy.

—¿Tenemos?— me mira un poco confundida hasta que parece recordar algo— Ahhh si, tenemos. Bueno, nos vemos en el almuerzo, hasta luego— la veo desaparecer por el pasillo abarrotado de estudiantes.

Solo me dispongo a entrar al aula que me corresponde mientras escucho a la maestra de idioma hablando creo que en ruso.

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—Hey— las voces de Ulyse y Vicky al unisono me hacen saltar en mi lugar y tener que agacharme a levantar la libreta que se me acaba de caer.

—¿Que jodida mierda les pasa?— creo que no es necesario mencionar me me causó cabreo.

—Te dije que no era buena idea— susurra la disque pelirroja al oído del pelinegro.

Arqueo una ceja y Ulyse se aclara la garganta.

—Ten— me ofrece lo que parece ser...—¿una rosa negra?— lo miro confundida.

—Si, fue difícil conseguirla, pero lo logré— dice y la tomo, aún confundida.

—¿Y como se supone que la has conseguido si estabas en clases?, y si ya la traías, ¿por qué no me la diste cuando llegué?

Se tensa y Mavi abre los ojos de par en par hacia él.

Parece pensar algo y contesta:

—Ya la tenía esta mañana, pero ¿ves ese papel?— señala la envoltura de la flor— le pedí a un compañero ayer que lo comprara y me lo dio en la clase— exhala y sonríe.

—Gracias, creo— hago una mueca de no sé qué.

—De nada, creo— intenta imitar mi acto— vamos a la cafetería, ¿te nos unes?