DÍAS PASADOS.

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Habían pasado 5 años desde el primer brote que trajo la calamidad al mundo

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Habían pasado 5 años desde el primer brote que trajo la calamidad al mundo. Las ciudades que antes se hallaban nombradas en los mapas ya apenas estaban habitadas, y si lo estaban, comunidades de bandas enfrentadas entre sí hacían de aquellos lugares unos sitios de poca seguridad.

Había gente con más suerte que otra. Grupos se asentaban en campamentos donde la comida era racionada y las normas eran la base de la comunidad. Cada uno tenía una tarea, y todos colaboraban para tratar de convivir en circunstancias "normales."
Luego había otros menos afortunados, que ni si quiera tenían constancia de aquellas comunidades y simplemente trataban de sobrevivir durmiendo cada noche en un sitio diferente, siempre con un ojo abierto para tratar de no morir en la oscuridad de la noche.

En aquel mundo post-apocalíptico, no existía la comunicación. Ya no había televisión, no habían periódicos no había internet. Y si tenías suerte y sabías explorar bien podías encontrar alguna radio con la que contactar con alguien cercano, aunque eso podía ser positivo o no, ya que había llegado un punto en el que era mejor estar solo que mal acompañado.

(. . .)

"No puedes fiarte de nadie. La gente ya no es lo que era" Escribía un joven en la parte trasera de un edificio abandonado en mitad de la nada, con un rotulador casi inservible, pero se las arregló lo suficiente para que aquel mensaje fuera visible a todo el público que se lo encontrase.

—¿Has terminado?— Preguntó la joven que había a su espalda de algunos años myor que él, mientras se cruzaba de brazos esperando a que el menor terminara su pequeño "bandalismo"

—¿Habéis encontrado algo?— El chico se giró hacia la contraria, tapando aquel rotulador con su respectivo tapón. Sus ojos oscuros estaban espectantes, aunque el rostro jovial que solía tener cuando era pequeño poco a poco se había disipado, él había cambiado, y su hermana podía notarlo.

—Apenas hemos encontrado algunos vendajes. Ni si quiera había alcohol.— Explicó la chica torciendo sus labios con un gesto de decepción. El chico bajó la mirada, aunque rápidamente la subió pues en cierto modo imaginaba que no iba a haber nada allí. —Pero ¿sabes qué? Hemos encontrado balas para tu pistola.

El rostro del castaño cambió completamente, y una sonrisa se hizo presente en su rostro. —¿Cuántas?— Preguntó emocionado.

Su hermana elevó tres dedos de su mano, y acto seguido la abrió dejando ver la munición del arma anteriormente mencionada. El chico, como si aquello fuera la cosa más importante del mundo, corrió hacia su hermana para agarrar las balas y cargarlas en su pistola.

—¿Había muchos de ellos?— Hablaba mientras seguía ocupado en el mantenimiento de su arma, aún sin mirar a la fémina delante de él.

—Algún que otro Ciego pero por suerte nada más, esos son fáciles de matar.— La mayor de ambos observaba como su hermano asentía, y aquello le causó un cierto mal estar que duró tan solo unos segundos. Ver como su hermano de tan solo 16 años asentía como si aquello de matar fuera lo más normal del mundo, mientras este observaba ese arma letal, hizo que su bello se erizara sabiendo así que aquello no debería ser así. . . jamás debió de ser así.

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2020 ⏰

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𝐊𝐄𝐄𝐏 𝐔𝐒 𝐓𝐎𝐆𝐄𝐓𝐇𝐄𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora