5. "Waffles con jarabe y platanitos"

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Los rayos de luz que se colaban a través de las cortinas acariciaban su rostro tan delicadamente como las espinas de un cactus. Las punzadas que sintió en los ojos como consecuencia del cambio de luz eran muy dolorosas. Dos intentos fallidos más tarde, logró abrirlos.

Miró a su alrededor y descubrió que todo le resultaba desconocido. ¿En dónde estoy? ¿Qué pasó ayer? Había leído que, cuando bebes grandes cantidades de alcohol rápidamente, tu cerebro deja de almacenar información en tu memoria a largo plazo y por eso no recuerdas fragmentos de lo que hiciste. En aquel momento, Camila comprobaba que ese dato era cierto.

Se sentó en la cama dándose cuenta de que se encontraba desnuda así que sujetó la sábana con las manos para cubrirse y continuó buscando alguna pista que le dijera en dónde estaba. En ese momento, sintió algo moviéndose en la cama a su lado. Giró la cabeza lentamente y la vio; Lauren Jauregui dormía tranquilamente a su lado. No. Puede. Ser. Camila, ¿qué demonios hiciste?

Notó los hombros descubiertos de la chica y, en seguida, sintió que los latidos de su corazón aumentaban cada segundo. No, no, no, no, no, no, ¡mierda! ¿Me acosté con Lauren? Se llevó las manos a la boca para contener el grito que estuvo a punto de escapar. No puedo haberme acostado con ella. Por favor, no. Pensó al mismo tiempo que levantaba la cobija cuidadosamente para no despertar a su acompañante.

Sí, definitivamente lo hicimos.

Se cubrió el rostro con las manos, con más fuerza de la que le habría gustado. Intentó respirar para tranquilizarse.

No, no seas negativa. Tal vez a Lauren le gusta dormir desnuda. Tal vez hacía calor. Tal vez... pero ninguna parecía razón suficiente para su estado. Tenía que afrontar la realidad. Tal vez te emborrachaste tanto que decidiste que tener sexo con la persona en la que jurabas no confiar era buena idea.

Encontró su teléfono en la mesita al lado de la cama, pero estaba apagado, probablemente por la falta de batería. Suspiró pesadamente, tengo que irme, mis padres van a matarme.

Imaginaba la escena; los ojos de su madre estarían rojos a causa del llanto y el rostro de su padre tendría esa expresión entre ira y decepción. Incluso, sabía lo que le dirían: "Karla, este no es el tipo de educación que te hemos dado. ¿Quieres matarnos de la preocupación?". Soy la peor hija del mundo.

¿Habrá sido bueno?, la pregunta apareció en su mente sin querer, no puedo creer que dormí con una de las chicas más guapas de la universidad y no lo recuerdo.

De repente, sintió que el cuerpo a su lado comenzaba a moverse.

–Lo siento, no quería despertarte –susurró, pero la chica de ojos verdes (que aún se encontraban cubiertos por sus párpados) balbuceó lo que supuso que eran palabras. Tenía que admitir que lucía bastante tierna –.Debo irme. En mi casa estarán muy preocupados.

Estaba a punto de levantarse cuando un par de brazos la atraparon, recostándola nuevamente. De un momento a otro, sintió el peso de Lauren sobre ella; esta vez, sus ojos estaban sólo un poco abiertos, pero la veían con tanta lujuria que Camila olvidó el alfabeto por un par de segundos.

–¿Lauren? –la joven pareció no escucharla y comenzó a besar su cuello. ¡Dios, se sentía tan bien! Intentó empujar su cuerpo, pero fue en vano. Sentía que sus brazos no tenían fuerza –Hablo en serio.

El volumen de su voz era apenas un murmullo; los labios devorando su cuello la dejaban sin aire.

–Buenos días –susurró la mayor en su oído, pero no era su voz. En ese instante, todo lo que la rodeaba se tornó borroso y cuando Lauren levantó el rostro, no era ella, era... ¡¿Marielle?!

En esta vida... tal vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora