Tip 2: No la trates como una menor...

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— ¿Y por qué no puedo ir? —la pelirroja reclamó con molestia.

Jack simplemente rió.

—Es una misión de carácter adulto, cabeza de fuego. Norte fue muuuy específico, por eso sólo pidió la presencia de Punzie junto con la mía.

—Hipo y yo podemos ser bastante capaces también —continuaba alegando mi hermosa princesa.

—Lo siento, Merida. Así son las cosas
—respondió el albino mientras desaparecía junto con la rubia por un portal.

La pelirroja de mi sueños se cruzó de brazos.

— ¿Qué se cree? ¿Qué no tenemos las habilidades suficientes? —Merida seguía despotricando.

—No lo se Mer, quizá la misión es muy riesgosa —intenté relajarla.

— ¿Te pones de su lado?
—preguntó con molestia.

—No, pero debe de haber una muy buena razón para que Norte tomará esa decisión.

La princesa de DunBroch hizo un puchero. Thor, se veía tan adorable.

—Sí, sí, supongo que tienes razón —concedió aún molesta.

— ¿Sabes? Deberíamos verle el lado divertido, estoy seguro de que Norte lo hizo para que Jack y Rapunzel pasaran un momento juntos.

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

—Seguramente es el principal motivo por el que quería ir sólo con Punzie —dijo ya más animada.

Los dos reímos un poco.

—Además, yo estoy seguro de algo... —dije con seguridad— Tú y yo tenemos muchas capacidades elementales para una misión de cualquier tipo.

La pelirroja me sonrió sinceramente, mostrando que estaba de acuerdo.

—Gracias Hipo, siempre logras hacerme sentir mejor —dijo sin dejar de sonreír.

Ella no era consciente, pero en ese momento mi corazón latía a toda velocidad, como si hubiese estado haciendo maniobras de vuelo en lugar de simplemente conversar con ella.

Oh, dioses. Cada que veía su sonrisa me perdía por completo.

— ¿Te parece si aprovechamos esta tarde que estamos solos para divertirnos? —preguntó sacándome de mis pensamientos.

De repente comencé a sentir calor y mi cara arder.

— ¿S-solos tú-tú y yo? —pregunté con nervios. Debí parecer un tonto.

—Pues claro, vikingo —Merida respondió con naturalidad— A menos que tengas otra cosa que hacer...

— ¡No, no! —hablé de inmediato—. ¡Me parece una gran idea!

Merida sonrió mientras me tomaba del brazo.

—Hoy se celebrará un pequeño torneo amistoso entre los clanes del reino, ¿te gustaría acompañarme? Intentaré hacerme pasar por una plebeya, para que mamá no me de un sermón... —mi lady habló en un susurro acercándose a mi oreja.

Sentí su aliento contra mi piel y sentí que casi me derretía.

—Por supuesto... —no dudo en arrastrarme hasta Chimuelo y se montó libremente en él quiero.

—Déjame intentarlo por favor, Hipo. Por favor... —pestañeó varias veces haciendo énfasis en las últimas dos palabras.

—P-pero princesa... E-es un poco difícil y tú aún no has tenido un entrenamiento.

—Oh vamos, dragón boy. Sé lo básico y en serio no haré nada malo... —me miró con seriedad—. Soy bastante seria, confía en mi...

Suspiré derrotado, no podría negarme a esa carita y esas palabras.

Asentí con una sonrisa y ella correspondió el gesto mientras se preparaba.

—No hagas nada alocado —susurré a Chimuelo pero pareció haber oído lo contrario.

El furia nocturna hacia piruetas motivado por las risas de la pelirroja, y yo no tenía más remedio que aferrarme a ella con fuerza.

Finalmente llegamos a DunBroch, y por precaución decidimos que Chimuelo se quedaría en el bosque. No queríamos levantar sospechas y mucho menos asustar al reino entero.

Suspiré cansado.

— ¿Merida? —pregunté sin voltear—. Si tardas demasiado no podremos disfrutar...

Odín estaría recibiéndome en este instante, debía estar en el Valhalla seguramente. Era la única explicación que daba para la celestial visión que estaba frente a mi.

Incluso si el vestido era simple, Merida lucía radiante en él. Definitivamente ni el vestido más feo haría perder esa gracia y belleza que poseía.

—Vaya, él estilo de DunBroch te sienta bien —ella halagó sin percatarse de lo embobado que estaba por ella. Extendió una capa hacia mi—. Toma, no podemos correr riesgos.

Se colocó la suya y comenzó a caminar mientras yo la seguía torpemente a través de los arbustos.

Seguimos caminando mientras ella me iba explicando cada costumbre de su reino y detalle de éste.

A veces algunas personas la empujaban e intenté protegerla.

—No soy una niña Hipo, esos golpes no son nada. Me enfrenté a un oso-demonio —reclamó con un puchero, logrando provocar una risa en mi, a la que ella se unió segundos después.

Pasamos el resto de la tarde paseando en el reino. Finalmente regresamos al bosque con Chimuelo, después de haber conseguido un poco de comida.

En el camino bromeábamos sobre como nos habíamos hecho pasar por forasteros de las montañas para evitar las sospechas.

—Tienes que admitir que fue gracioso cuando fuimos a comprar los pasteles —dije con burla mientras me quitaba la capa y la guardaba en una mochila.

—Cálla, por un momento creí que Muddie me descubriría —comentó mi princesa entre risas.

—Pues déjame decirte que si no fuera por la voz de niña que imitaste, se habría dado cuenta de que eras tú en realidad.

—Creo que después de todo, esto tiene sus ventajas —la pelirroja encogió los hombros aún divertida por la situación de hace unos momentos— Te dejaré conducir esta vez —añadió con suficiencia.

—Será un honor para mi —hice una especie de reverencia ante su risa y subimos en Chimuelo.

Regresamos al taller de Norte, nuestros amigos aún no volvían, pero acompañé a Merida al dormitorio donde ella y Punzie solían quedarse cuando había misiones.

—Deberíamos repetirlo nuevamente —comentó antes de abrir la puerta de la recámara.

Mi corazón parecía a punto de estallar.

—S-seguro, quiero decir, ¡sí! —exclamé más emocionado de lo que había pensado. No pude evitar avergonzarme por mi comportamiento.

Merida me miró extrañada pero recuperó la sonrisa.

—De acuerdo, buenas noches dragon-boy —se despidió de mi para después cerrar la puerta.

En cuanto cerró me aseguré de que ni ella ni alguien más me observara para saltar de alegría genuina.

Cada vez estábamos más cerca, no lo podía creer.

Entre a la habitación que compartía con Jack, encontrándome con un despeinado y muy sucio guardián.

—No preguntes... —dijo entre dientes.

Alzé ligeramente los brazos en señal de paz y sin preguntar nada me dirigí al escritorio tomando mi nueva posesión más valiosa.

Tip: No la trates como una menor. A veces ella lo toma como si dudaras de sus capacidades. Sin embargo, puede sacarle provecho al asunto, y si bromeas al respecto no tendrá mucho problema.

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⏰ Última actualización: Aug 19, 2020 ⏰

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