Despierto cuando siento su mano recorrer mi espalda desnuda, cuando su barba raspa mi cuello al susurrarme al oído que ya despierte.
Abro los ojos despacio, adaptándome a la luz que ingresa por la gran ventana de la habitación sabiendo lo que vendría. Los fuertes hincones detrás de los ojos y el leve mareo que dan inicio a la resaca.
Hago una mueca y Mathew sonríe al verme, esa sonrisa cálida de la cual estaba enamorada incluso a pesar de todo lo que ha pasado los últimos años.
Le sonrío de vuelta, una pequeña sonrisa nada más.
El ya viste su traje azul marino pulcramente planchado y solo le falta la corbata. Luce fresco, alegre después del enrollón de ayer solo porque estaba vulnerable bajo los efectos del alcohol.
Me levanto con calma, recibiendo el beso que me da a labios cerrados sin mucho ánimo, envuelvo la sábana a mí alrededor sintiéndome cohibida bajo su mirada. Él se levanta junto conmigo y se acerca al gran espejo que tenemos en la habitación, uno que compró por mi vanidad. Un espejo que cubría gran parte de la pared del lado izquierdo de la cama, desde el techo al suelo. Algunos vestigios de lo que hicimos anoche vienen a mi mente, ambos viéndonos en ese mismo espejo mientras me embestía con fuerza.
Había cosas que no recordaba a partir de lo sucedido en mi estudio.
Mathew me tiende la corbata con rayas a juego con su traje y se inclina un poco para poder hacer mi trabajo. Por más que he intentado que aprenda a atarse la corbata le es imposible poder aprenderse los diferentes nudos.
Muevo mis manos con atención a su cuello, anudando la corbata como solía hacer de pequeña para mi padre a pesar de que él sí sabía pero me gustaba hacerlo por él.
Con Mathew fue así un tiempo, pero ya me incomodaba y aun así hago esto por él. Doy el último tirón, ajustándola en su sitio y él da un paso a un lado para verse en el espejo.
—Gracias Mari. —Musita mientras me dirijo al baño sin decir nada.
Había evitado verme al espejo junto con él, así como de verlo a los ojos y ahora que veo mi reflejo ahora entiendo la sonrisa que me dedicó.
Tenía la piel un tanto roja e irritada todavía pero en algunas zonas podía ver marcas de chupetones no tan marcados que lejos de gustarme me incomodan y llena de hirviente rabia contra él.
¿Acaso era su forma de castigarme por haberme ido anoche? Tendría que estar los próximos días con blusas sin escote y con pantalón. Hasta tenía chupetones en los muslos.
Me baño lo más rápido que puedo con agua fría para aliviar el dolor de cabeza que se estaba haciendo insoportable, al salir lo encuentro sentado en nuestra cama tecleando en su teléfono con rapidez mientras fruncía el ceño claramente consternado.
No le tomo importancia, ajusto bien la toalla a mi alrededor y entro a mi lado del walking closet cerrando la puerta con seguro detrás de mí, ya una costumbre que no iba a cambiar ahora después de lo de anoche.
Fue un completo error de grandes magnitudes, porque ahora tiene esa sonrisa petulante, porque le hice creer que tenía deseos de él.
Escojo un conjunto deportivo negro junto con zapatos y un romper de un tono coral para comenzar mi día. Salgo atándome una coleta chocando con el cuerpo de Mathew quien esperaba fuera esta vez hablando por teléfono. Me toma de la mano cuando intento pasar de él, dándome un apretón suave.
—Sí, lo sé y no lo he olvidado papá. —Frunce el ceño y baja su mirada a la mía. —Estoy demasiado ocupado en el trabajo, quizás Marissa... ¿No? Bueno, está bien. Salúdalos a todos de mi parte.
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Loveless
RomanceMarissa creía tener todo en la vida; se había casado joven, tenía un buen trabajo y estaba estudiando lo que le apasionaba, sin embargo no era feliz. Su matrimonio había llegado a un punto sin retorno, en donde ella ya había perdido las ganas de luc...