Los dedos de Emma Swan se deslizaban rápidamente por la pantalla de su móvil, suspirando una vez había mandado el mensaje a su amiga de que ya se encontraba en la gran ciudad de Nueva York.
El aeropuerto estaba atestado de gente y lo único que Emma deseaba con todas sus fuerzas era poder cerrar los ojos y aparecer en el apartamento de su amiga. Pero lamentablemente, la magia no existía.
Se hizo paso entre la masa de gente, tardando como diez minutos en lograr salir de aquel barullo, mascullando un par de insultos y maldiciendo por lo bajo el tener que llevar tanto equipaje. Pero Emma no podía salir de su casa por unos meses con una sola maleta, por mucho que había intentado apretar toda la ropa que quería llevarse, una maleta no había sido lo suficiente.
Dejó escapar un amplio y largo suspiro una vez se encontraba en la calle, aspirando el frío aire de Nueva York. Era diciembre, y el frío era horrible. Pero a Emma le encantaba. No solo el frío, si no ver la ciudad repleta de luces y decorados típicos de la Navidad. Por no mencionar la nieve. Si tan solo tuviera alguien con quien compartir una manta en el sofá, mientras ambos veían las aburridas películas de Navidad que ponían en la televisión...Pero de nuevo, los deseos de Emma no podrían cumplirse.
Tan sólo había estado enamorada una vez, pero el chico decidió romperle el corazón e irse, abandonándola con su dolor y sufrimiento. Desde entonces, juró no volver a enamorarse nunca más. Aunque había veces que deseaba estarlo, se regañaba mentalmente por esos pensamientos martirizándose a sí misma al recordar a su ex.
El sonido de su móvil avisando de que tenía un nuevo mensaje la sacó de sus pensamientos, rebuscando en su bolso rápidamente el aparato.
''¡Em! Siento decirte que no puedo ir a recogerte, sigo en el trabajo y no salgo hasta dentro de un par de horas. Killian irá a llevarte la llave del apartamento, pero tampoco puede ir a recogerte porque sigue en el trabajo. Él se encargará de ayudarte hasta que yo llegue. ¡Nos vemos en unas horas! Xo - Sarah.''
Lo único que pudo hacer fue soltar un amplio resoplido. Le cabreaba la idea de tener que desvivirse por un taxi en esos instantes y tener que apañárselas para llegar al apartamento de su amiga, Sarah White. Sarah era todo lo contrario a ella y aún siendo dos años menor, la chica ya tenía trabajo: era una de las editoras de una de las revistas más famosas de moda, la cual Emma no recordaba el nombre. El nombre de Killian resonó por su cabeza, haciendo que la rubia de ojos verdes frunciera el ceño al no saber de quién se trataba. O al no recordar, mejor dicho, porque a los dos minutos de estar pensando en el nombre del chico, recordó que se trataba del novio de su mejor amiga.
No es que Emma fuera una mala amiga y no recordara el nombre del chico con el que estaba Sarah, si no que White no aguantaba con el mismo novio ni un mes. Aunque al parecer, esta vez iba en serio, pues antes de conseguir que un taxi parara ante ella, recordó que llevaban juntos medio año.
><
Volvió a mirar la hora en su reloj dorado de muñeca, largando un resoplido al ver que llevaba ya una hora sentada en el pasillo del edificio donde se encontraba el apartamento de su amiga. Por suerte el pasillo estaba caldeado, y el suelo, al estar cubierto por una moqueta, no estaba frío tampoco. Echó hacia atrás la cabeza, apoyándola en la pared, y se permitió a sí misma cerrar los ojos un rato, ya que estaba terriblemente cansada.
—¿Hola?—Una voz la devolvió a la realidad, o mejor dicho, la despertó del pequeño sueño que estaba teniendo. Abrió los ojos desorbitada, llevándose una mano a la cabeza debido al repentino mareo que le había dado. Llevaba horas sin comer.
Alzó la vista para encontrarse con un par de ojos azules que la miraban intensamente, sintiendo como sus mejillas se volvían de un color rosado al instante. El hombre era posiblemente uno de los más apuestos con los que se había cruzado en toda su vida.
—¿Eres Emma?—Volvió a pronunciar palabra, dejando que la chica se derritiera ante el sonido de su voz. Le tendió su mano, la cual ella aceptó rápidamente, ayudándola a levantarse. Su mano era cálida en comparación con la de ella, que estaba helada por el frío. Emma asintió, un tanto confundida ante el hecho de que aquel apuesto desconocido de ojos azules sabía su nombre.—Encantado, Emma. Yo soy Killian.
Sintió entonces la decepción surcar su interior, encontrándose a sí misma deseando con todas sus fuerzas que no fuera el Killian de su amiga. Pero sabía que el destino y la suerte nunca estaban de su parte.
—Encantada de conocerte, Killian. Eh...¿tienes la llave? Llevo aquí más de una hora y necesito comer algo—La rubia de ojos verdes le regaló una sonrisa, la cual para su buena suerte (o mala, quizá) fue correspondida. Killian llevó una de sus manos al bolsillo de su pantalón y no tardó en tenderle la llave a la mujer que tenía delante. Emma cogió la llave, rozando sin querer sus dedos, haciendo que un escalofrío recorriera su cuerpo entero.
—Gracias. Eres mi salvador—Bromeó, girando sobre sí misma y cerrando los ojos por unos segundos, en un intento de alejar todos los pensamientos que tenía sobre el novio de su mejor amiga. Aunque todo fue en vano en cuanto lo escuchó reír levemente.
—Todo un honor ser su salvador, señorita...—Hizo una pausa para que Emma le dijera su apellido. Emma encajó la llave en la cerradura y antes de abrir la puerta, se giró hacia él con una sonrisa de lado.
—Swan.
—Swan. Bonito apellido, señorita Swan—El hombre sonrió de la misma forma, dejando a Emma casi sin respiración. La rubia volvió a darle la espalda, sintiendo la frustración al saber que era el primer hombre en el que se fijaba después de Neal, su ex, y que para su buena suerte también era el hombre en el que se había fijado su amiga. Parecía que el destino no quería que Emma encontrara el amor de nuevo.
Lo que ella no sabía era que aquel hombre no podía quitarle los ojos de encima. Killian pensó que tan solo se sentía atraído a ella, porque para ser honestos, lo sentía y demasiado. No se sentía culpable, era un ser humano. Y atribuyó también el hecho de que estaba cansado del trabajo. Pero él sabía en el fondo y aunque aún no lo reconociera, que aquella rubia de ojos verdes sería su perdición.
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our forbidden love - captain swan (AU)
Fanfic''Cuando encuentras algo por lo que vale la pena luchar...nunca te rindes.''