capítulo cuatro

648 30 17
                                    

—¿Estás seguro de que es por aquí? Quizá no haya vivido en Nueva York, pero...sé reconocer cuando estamos dando vueltas en círculos, ¿sabes?—Espetó Emma mientras seguía caminando al lado de Killian, fijándose cuidadosamente en los edificios y pequeñas tiendas que les rodeaban. Desde que habían salido de casa de Graham, llevaban dando vueltas sin saber cómo llegar al centro de la ciudad. Y para variar, estaban tan perdidos, que ni  siquiera sabían volver hacia el apartamento del castaño.

—Y yo que pensaba que te orientabas de pena—Emma rodó los ojos al notar la sonrisa ladeada y el sarcasmo por parte del moreno. Parecía que mientras más tiempo pasaba con él, menos lo soportaba. O menos soportaba el hecho de que se sentía terriblemente atraída hacia la persona prohibida. 

—¿Podrías dejar el sarcasmo a un lado aunque sea por cinco minutos y centrarte en averiguar dónde estamos y qué vamos a hacer?

—Eres un poco mandona, ¿no?

—¡No soy mandona! Cállate y llama a...Sarah o a quién sea—Killian rió por lo bajo y alzó las cejas a la vez que le dedicaba una mirada de ''Claro, lo que tú digas'' antes de sacar el móvil del bolsillo trasero de su pantalón. 

—Malas noticias, Swan. No contesta el teléfono, supongo que estará trabajando—Tras encogerse de hombros y observar como Emma resoplaba resignada, volvió a guardar el teléfono en su bolsillo, retomando el ''paseo'' que estaban dando. 

Cuando ya llevaban otros quince minutos divagando por las calles sin dirigirse la palabra, Emma notó como pequeñas gotas de agua caían sobre su rostro. 

—¿¡En serio?! ¿¡Puede algo ir peor?!—Gritó cuando notó que empezaba a llover con intensidad. La respuesta a esa pregunta era un claro y alto ''sí'' porque cuando fue a ponerse su chaqueta, se dio cuenta de que se la había dejado en el piso de Graham. 

—Emma, sígueme. Hay una cafetería justo en frente—Emma siguió al moreno con pasos rápidos y en menos de cinco minutos, ya se encontraban dentro de la acogedora cafetería. No había mucha gente y para sorpresa de Emma, ninguno de los presentes se había girado a mirarlos. Parecían estar sumidos en su propia burbuja y eso le agradó.

—¡Oh Dios mío!—Exclamó una chica rubia captando la atención de ambos.—¡Killian! Estáis empapados, venid por aquí.

Emma observó como la rubia comenzaba a andar hacia el fondo de la cafetería, donde había una chimenea y un par de sillones. No se había fijado para nada en la decoración de la cafetería cuando habían entrado, pero ahora podía observar que era vintage y bastante agradable. Se sentaron en el suelo, justo delante de la chimenea para entrar en calor. La chica rubia desapareció unos minutos antes de volver con dos toallas y volvió a irse diciendo que les prepararía un chocolate caliente.

—¿La conoces?—Preguntó Emma llevando la toalla a su pelo rubio, el cual estaba mojado.

—¿A quién? ¿A Elsa? Sí, es amiga mía desde la universidad. Sabía que trabajaba en una cafetería pero no recordaba dónde estaba—Se encogió de hombros, secando su pelo también con la toalla. Emma asintió antes de observar a Elsa acercarse de nuevo a ellos con dos tazas.

—Aquí tenéis. ¿Habéis entrado ya en calor? Hace un frío horrible y encima os habéis mojado por la lluvia...Eso es tener mala suerte—Rió Elsa.

—Sí, gracias Elsa. ¿Cómo has estado? La última vez que supe de ti fue cuando me contaste que tu hermana iba a casarse. 

—Ah, sí. He estado bien aunque casi he tenido que ocuparme de la cafetería yo sola. Anna estaba demasiado ocupada organizando la boda. ¿Vendrás, cierto? 

our forbidden love - captain swan (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora