Olvidadas en el pasado

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-Llama - a la hija le costaba decir las palabras- mama- hablaba casi susurrando- llama- buscó la extremidad de la madre.

La calidez abrazó la frialdad. No pudieron reprimir un escalofrío que las recorrió hasta el cerebelo y sacudió los recuerdos. Pero la madre no podía moverse. Casi ni pensar. Estaba bloqueada.

¿Qué le acababa de pasar? Era su hija quien acababa de morir. Lo era, pero no. Sí biológicamente. Pero...no podía decirle a su hermana que era su hija quién había muerto. No podía. Qué tipo de persona seria si le decía la verdad.

"Se asemejan. Son gemelas. No lo notará. ¿Era esto lo que había sentido ella al perder su alma gemela? Y de verdad, gemela de verdad. ¿Pero quién lo ha hecho, quién osa? Mi pequeña. Nuestra."

Mamá, llama a tía- ya no temblaba- mamá, he visto a papá, antes, cuando ella jugaba con las sirenas.

-Mobi, tú no has visto a tu padre. Vuelve a la cama. Sacúdete los pies antes de entrar en casa-.

Aquellas palabras le entraron enseguida, e inmediatamente cumplió con lo que su madre le decía, pero antes:

- No soy yo Mobi. No le diré nada a tía.

- Madre, ella es tu madre. Y tú te llamas Mobi. Sé buena Mobi, y obedece.

Después de tener los pies limpios, metió sus pies de cubitos en unos calcetines de lana, miró por la ventana de su habitación, y se forzó a dormir, desconcertada.

Indra se quedó plantada ante el cuerpo de la Mobi, el cual haría creer que era el de Tena. No lo quería hacer, pero ella salía perdiendo igualmente, y creía que Inna ya había sufrido bastante con la pérdida de Imma, tanto que siguió hablando sola hasta cuatro años después.

Solo veía como se acurrucaba en su cama y le hablaba a nada esperando respuestas que nunca llegarían.

"Que narices hacía Roger con Mobi... Si se supone que está en Liverpool por trabajo"

Sacó el móvil del bolsillo de la sudadera, sin recuperar la postura erguida, y marcó su teléfono: lo llamó.

- ¿Indra? ¿Qué ha pasado algo? Ni siquiera es de día todavía... -su tono sonaba relajado, no se esforzó en fingir que se acababa de levantar-.

- ¿Dónde estás? - la idea que lo hubiera matado él la horrorizaba, pero ahora mismo era el único hilo del cual podía tirar.

- ¿Dónde quieres que esté? ¿Quieres decirme por qué me llamas, ahora? -todo y la serenidad con la que hablaba, Indra lo conocía demasiado, y aquello no podía ser nada bueno. Él era de las personas que todo se los notaba: en los gestos, en los ojos, en los movimientos, en el timbre de la voz...y cualquier cosa que anule esto solo tenía oportunidad de ser anormal.

- Tienes que venir ya. Me da igual si tienes que coger el primer vuelo hacia aquí, o dar unos pasos, pero quiero hablar contigo, y te lo digo de la manera más seria que puedo - no quería continuar la conversación, no por aquella vía. De esa manera lo acababa de acabar, y sabía que le haría caso, siempre ha sido autoritaria, ella-.

"No puede ser. No puede ser. No puede ser."

Hundió la cara, contagiada por la baja temperatura, entre sus manos, apoyando los codos en la mesa. Los encajó entre dos tablones de madera; húmedos. De repente, notó que se levantaba: un peso al otro extremo del asiento había levantado notablemente el tablón.

Era él.

- ¿Por qué no estás en Liverpool?

- Nunca he estado.

Pérdidas olvidadas en el pasado, plañidos del ahoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora