~ [ 1 ] ~

3 0 0
                                    

Se escucha un piano tocarse a la distancia, su melodía suave como una canción de cuna es casi imperceptible. 

     La luz de la luna engrandece la noche sobre un antiguo y al parecer abandonado castillo, la maleza se ha apoderado de la que en algún momento fue una majestuosa estructura. En uno de los grandes ventanales se haya la silueta de un chico con piel blanca como la nieve, va vestido con ropajes blancos y largos que llegan a cubrir el resto de su cuerpo, y tienen sutiles detalles en color dorado, porta guantes altos oscuros en sus manos, tienen en la punta de los dedos un adorno dorado al igual que en la parte superior de estos.

     Sus cabellos lacios son bastante largos, tanto así que llegan más allá de sus hombros, y son igual de oscuros que sus guantes, absorben toda luz que hay en su superficie, varios mechones cubren el lado izquierdo de su rostro. Lo más atractivo de aquel chico son sus extraños y llamativos ojos que tal cual amatistas, parecieran brillar junto a la luna en aquella noche silenciosa.

     El chico sigue admirando el esplendor de la luna desde el ventanal, se aferra a una cortina con una mano, mientras que con la otra mano agarra fuertemente el collar que lleva puesto en su cuello y que su forma no es fácil de deducir.

"La luna no puede brillar sin la luz del sol... Está predestinada a vivir bajo la sombra de su contraparte; sin ella apenas sería apreciable en el cielo..." Susurra el chico a la luna mientras aprieta con más fuerza el collar. A sus espaldas se escucha como la puerta de la habitación se abre haciendo un rechinido escalofriante, el chico no aparta la mirada de la luna.

     —Amo Du Cieux-Terres. —El chico gira su cabeza un poco y apenas mira con el rabillo del ojo  al sirviente que le habló, es un chico joven y a simple vista es probable que compartan la misma edad.

     —¿Quién eres? —Dice el chico de ojos morados, para después nuevamente darle la espalda.

     —Soy el nuevo sirviente, vine a reemplazar a mi jubilado padre. —El de ojos morados frunce el ceño. —Vine a presentarme ante usted, amo.

     —No me interesa, deja de hablar. —Levanta la mano pidiendo silencio, el chico nuevo se siente terriblemente rechazado y solamente asiente con la cabeza aunque el otro no pueda verlo. —¿A que se debe esta molestia? —Alza la mirada para observar nuevamente la luna a través del ventanal.

      —Ha llegado una visita inesperada, señor. —Contesta mientras le hace una reverencia sin importar que su amo siga sin verlo. —Se presentó como Sarah Van Der Roque. —El otro tensa su agarre en la mano que toca la cortina, arrugando y creando pliegues en el proceso. Cierra entonces la cortina de golpe.

     —Dile a la señorita Van Der Roque que enseguida estaré ante ella, que disculpe mi tardanza pues su visita no era planeada. —Se vuelve hacia el joven sirviente y se impresiona un poco por su inesperado aspecto. —La puedes llevar al salón de estar. —Finaliza.

     El joven sirviente tiene un atractivo bronceado en su piel, y desde la distancia se puede notar que sus desnudos brazos, así como su pecho tras su camisa están considerablemente trabajados, tal vez haya hecho trabajo físico antes, el color de sus ojos es tan oscuro que se asemeja al carbón, la forma de su mirada es bastante sutil y agradable, hasta se podría decir que transmite ternura hasta cierto punto.

     —Como usted diga mi señor. —El joven sirviente cierra la puerta y esta vuelve a emitir un sonido chirriante.

     El chico con los ropajes blancos vuelve a mirar de reojo el ventanal cubierto con la cortina translucida que brilla gracias a la luz de la luna reflejada en ella. La habitación cuenta con 3 grandes ventanas, que son las fuentes de luz de la habitación junto a dos lámparas colocadas en las mesas auxiliares ubicadas a los costados de la enorme cama. El chico abre su puño y observa la forma del collar, es de un hermoso sol hecho en oro con varios detalles sutiles y es coronado en el centro con una piedra ámbar que recuerda al oro líquido.

El chico que tenia el universo en su mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora