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Félix recorre los fríos pasillos del castillo, unos son hechos de un antiguo ladrillo, otros tienen un revestimiento de madera. Zev camina a sus espaldas guardando unos metros de distancia, los dos portan candelabros con velas encendidas iluminando el camino.

     Mientras caminan por el pasillo a Félix se le ocurre la idea de contarle un poco sobre la historia del castillo.

     —¿Ves que hay algunas paredes revestidas y otras no? —Zev se sorprende al oírlo hablar.

     —S-Sí, mi señor. —Tartamudea un poco debido a lo inesperado de la situación. Félix vuelve su rostro ligeramente hacia él

     —Este castillo vio mejores, y peores días. Las zonas revestidas fueron creadas para que mis antepasados pudieran recorrer libremente por ellas, mientras que las otras se mantuvieron sin ningún decoro ya que eran destinadas para la servidumbre. —De repente se detiene, y el otro se aleja unos pasos para mantener la distancia, luego, Félix vuelve a verlo con el rabillo del ojo. —¿Qué opinas al respecto? —Se puede oír en su tono que aquella pregunta es una prueba.

     —No lo sé... —Zev piensa por unos segundos. —Creo que los pasillos con ladrillo son fríos, la servidumbre tuvo que sufrir en los tiempos de invierno... —Zev se lleva su mano al hombro mientras inclina ligeramente la cabeza hacia el lado contrario, continúa pensando. Félix se siente maravillado, sin embargo vuelve a caminar por el pasillo. —Oh, perdón mi señor.

     —¿Por qué te disculpas? Te pedí mi opinión y me la diste. —El tono de voz de Félix era notoriamente más cálido, Zev solamente sonríe tras él.

     —Estos cómo mencionaste son fríos, pero no solo eso... Puedes sentir que te siguen, miran, y susurran cuando caminas por ellos. No te asustes si llegas a creer que algo de esto ocurre. —Hace una breve pausa mientras continúa caminando. —Muchas veces la grandeza de los pasillos y el viento de fuera nos juegan una mala pasada... —Finaliza.

     —Disculpe por preguntarle, mi señor. ¿Usted ha experimentado estas cosas? —Félix vuelve a detenerse, mirando hacia al frente.

     —Cuando era pequeño... —Hace una pausa mientras se lleva su mano al corazón. —Mi hermana y yo no solíamos salir de nuestra habitación durante las noche por ello, además, siempre dormíamos juntos. Solamente éramos unos pobres niños aterrados. —Félix piensa por un momento, y continúa caminando.

     —A decir verdad, si me siento un poco intimidado por estos pasillos... —Zev hace una pausa. —Me da miedo la oscuridad. —Finaliza susurrando pensando que no lo oiría.

    Félix al escuchar aquello que susurró se detiene bruscamente y se da la vuelta bastante rápido y terminan cara a cara, Zev casi choca con él. Félix se encuentra con un Zev aferrándose con fuerza al candelabro y un poco desconcertado por su reacción, pero muy pronto se vio maravillado por la imagen que tenía delante. 

     Félix tenía el candelabro en su mano derecha, mientras que su mano izquierda estaba en su pecho, la sutil luz de las velas iluminaba de una manera muy hermosa su rostro y su ojo derecho de color morado resaltaba bastante entre la oscuridad, tenía los labios ligeramente entreabiertos, su expresión transmitía calidez, y por debajo del parche en el ojo izquierdo se podía divisar una lágrima que recorría su mejilla. 

      Zev en ese momento tuvo la corazonada de que aquel misterioso chico le traería buenos y agradables momentos a partir de entonces.

     —Mi señor... —Le dice mientras extiende en su mano un pañuelo. ¿De donde lo sacó? —No debería de presentarse ante la visita de esa manera. —Hace una seña con su cabeza hacia el ojo que tiene el parche. Félix toma el pañuelo rápidamente y coloca su candelabro en una mesa cercana, le da la espalda a Zev para quitarse el parche y limpiarse ambos ojos de lágrimas, no puede creer que lo haya visto de esta manera tan vulnerable... Vuelve a colocarse el parche, y toma nuevamente el candelabro.

El chico que tenia el universo en su mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora