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Zev se encuentra aterrado ante la situación que esta viendo con sus propios ojos. Félix sostiene la campana delicadamente en las palmas de sus manos, y tiene los ojos ligeramente abiertos, pero son completamente negros, no hay ningún rastro de blanco ni morado en ellos. "¿Qué esta pasando?" Se pregunta Zev totalmente aterrado mientras se aleja un poco de Félix.

     Félix está viendo pasar frente a sus ojos la historia que tiene que contar aquella campana, por un momento, tiene la corazonada de que tal vez no debería de estar haciendo eso, pero él se siente bastante curioso por la historia detrás de ella.

     —No temas, Zev. —Pronuncia Félix lentamente. Zev se aleja un poco más. —Perdona por hacer esto de repente, te aseguro que todo está bien. —Dice mientras sonríe ligeramente, a Zev no le termina de convencer sus palabras, pero decide mantenerse junto a él, guardando una distancia considerable, al fin y al cabo el otro está herido.

     Mientras Félix veía la historia de la campana pasar rápidamente ante sus ojos, de repente una parte de la historia logró llamar su atención, toma lugar en la segunda generación que obtuvo la campana, hace 8 generaciones atrás, comenzado con Zev que sería la décima.

...

     Todo comienza con un adolescente de unos 18 años aproximadamente, sus cabellos negros alcanzan tocar más allá de sus hombros, sus ojos son algo claros y caídos, las facciones de su rostro son algo parecidas a las de Zev, sin embargo, la forma de la misma es totalmente diferente, este muchacho cuenta con una cara cuadrada, y los puntos altos de la misma son bastantes prominentes, así cómo su barbilla, mientras que la cara de Zev es en forma de corazón, pero mantiene estos puntos altos prominentes.

     Su nombre es Mauro, más específicamente, Mauro Antonio Pieldelobo.

     —Mauro, ¿podrías cuidar por un momento a Paulino? —Dice una mujer bastante apuesta.

     —¿Por qué debería de hacerlo? —La mujer refunfuña.

     —Necesito hacerte la cena. ¿O acaso quieres morirte de hambre? —Mauro ríe.

     —Tranquila, mujer. Estaba bromeando, dame a mi hijo.

     La mujer lleva en brazos a un bebé de tan solo unos cuántos meses. El muchacho extiende sus brazos para tomar al que es su hijo recién nacido, lo mira por unos momentos mientras vuelve a tomar asiento, en lo que toma asiento el bebé parece molestarse y se despierta de su sueño, su padre comienza a buscar en los bolsillos de su pantalón y luego saca de ellos una campana de un vistoso color plateado decorado con detalles bronces en ella, comienza a tocar delicadamente la campana. Rápidamente el bebé parece calmarse y volver a dormirse, Mauro mira la campana y le da una mirada cómplice.

     Félix se encuentra de pie ante aquella situación, está viendo la historia cómo si de verdad hubiese sido testigo de ella. "¿Esa es la Campana Mil Gritos? Supuestamente, este muchacho de una edad similar a la mía es el segundo portador. Hmph. Es curioso pensar que en la antigüedad se tenían los hijos a estas edades. ¿Qué haría yo si tuviera uno?" Piensa.

     —¿Acabas de hacer que mi hijo se durmiera de nuevo? —Le dice Mauro a la campana, para después guardarla nuevamente, mientras mira hacia otro lado. —No creo, solo son ideas mías.

     Rápidamente la escena cambia y ahora Félix se encuentra en otro lugar diferente al de antes.

    —¡Hombre, Mauro! ¿Qué tal te va con tu nueva esposa e hijo! Seguro te diviertes cada noche con ella.

     Están Mauro y alguien más en una vieja cantina, por la manera de hablar del otro muchacho, se puede entender que son viejos conocidos, este podría tener una edad similar a la de Mauro. "¿Diversión, en la noche? ¿A qué se refiere ese hombre? Hay algo en la manera de haberlo dicho que no me agrada." Piensa Félix.

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⏰ Última actualización: Nov 30, 2020 ⏰

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El chico que tenia el universo en su mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora