Capítulo 11

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Brian Wise parece sacado de Guantánamo, no de una clínica de rehabilitación. El fisioterapeuta impone respeto con su sola presencia y sus directrices respecto a la recuperación de Jungkook son escuetas y muy directas.

—Su problema más grave, señor Jeon, es que está usted convencido de que es invencible —le dice a Jungkook, riñéndolo como si fuese un niño pequeño, a pesar de haberlo llamado «señor» —. Pero no lo es. Nadie lo es. Y hasta que se meta en la cabeza que se ha salvado de milagro y que si algún día pretende volver a mover la pierna y la mano como antes tiene que hacer recuperación, mi trabajo no servirá de nada.

—Le aseguro, señor Wise —contesta Jungkook igual de respetuoso—, que soy muy consciente de mis circunstancias. Usted no fue el que quedó atrapado en ese coche. Pero no soy ningún inválido y no voy a empezar a comportarme como tal, así que le sugiero que se replantee el tono que está utilizando conmigo.

—¡Jungkook!

—No se preocupe, joven Park. El señor Jeon no es el primer hombre con complejo de superhéroe que se cruza en mi camino. Nadie le está tratando como si fuera un inválido y si de verdad cree eso, le sugiero que venga un día a mi clínica y lo compruebe con sus propios ojos. Esos inválidos, como usted los llama, podrían darle lecciones de valor, coraje y fuerza de voluntad. De momento, usted sólo me parece un niño malcriado que se ha asustado porque ha visto que puede morir. Muestre respeto por las heridas que tiene y por mi trabajo, y le aseguro que se recuperará.

Jungkook desvía la mirada hacia mí y yo tardo unos segundos en comprender que busca mi consejo. Asiento y él suelta el aliento y acepta mi decisión.

—De acuerdo, señor Wise. Haré lo que usted me diga. Me comprometo a seguir sus instrucciones al pie de la letra.

—Perfecto. —Wise junta las manos y se las frota—. Lo primero que tenemos que hacer es quitarle estas escayolas.

Jungkook y yo lo miramos como si se hubiese vuelto loco.

—No me malinterpreten, antes el yeso se utilizaba para todo, así que algo ayuda, pero ahora el señor Jeon ya tiene los huesos soldados y lo que tiene que hacer es empezar a ejercitarlos. Bastará con que lleve unas vendas y con que no apoye la pierna ni utilice la mano mientras está en recuperación. Y los clavos en la rodilla también se quedan, lo siento.

—¿No puede quitarle usted mismo las escayolas? —le pregunto a Wise.

—Sí, claro, déjeme comprobar si llevo los aparatos de tortura adecuados.

Busca en su maletín y saca victorioso una especie de sierra en miniatura.

—Una de mis preferidas.

—¿Estás seguro de que es el mejor fisioterapeuta de Londres? —me pregunta Jungkook en voz baja.

—Seguro.

—Oh, vamos, señor Jeon, si hubiese venido aquí y hubiese empezado a hacerle la pelota y a tratarlo con guante de seda, no me habría hecho ni caso.

—Tal vez tenga razón, señor Wise.

—Llámeme Brian, así le será más fácil insultarme cuando le está haciendo sudar.

—Amí llámame Jungkook, pero procura no insultarme.

—Intentaré contenerme. Y ahora, cállate, no quiero cortarte la pierna por accidente.

Jungkook sonríe y doy gracias al cielo, o al doctor Kim, por habernos recomendado al fisioterapeuta más engreído, seguro de sí mismo y terco de toda Inglaterra. Le harán falta esas cualidades para tratar con Jungkook.

TODOS LOS DÍAS - |Kookmin| #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora