El eslabon mas debil.

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Este sueño tendría que ser diferente, Morfeo lo sabía. 

A este caballero no podía darle un simple sueño triste porque seguramente le encontraría algo positivo. Así que debería darle algo sin una pizca de luz. Una oscuridad que lo consumiera por completo.

Tampoco podía negociar para darle algo a cambio, porque no había nada que pudiera darle para cambiar el destino que pactaron sus estrellas desde el momento de su nacimiento. Su destino había sido sellado, e incluso cuando Athena trató de evitarlo, no mucho se pudo cambiar de él.

Así que tendría que negociar otra cosa.

Entonces, el peliverde que dormía plácido en una fortaleza de sábanas comenzó a inquietarse. Su expresión tranquila se transformó en incomodidad. Salió de entre las sábanas y tomó una bocanada de aire. Se sacudió entre sueños. Palabras sueltas comenzaron a salir de su boca poco a poco. Gritos que se convirtieron en súplicas y sollozos atrapados. Las lágrimas se deslizaron por la esquina de sus ojos.

Todo provocado por sus sueños.

Y estos eran:

Estaba en el inframundo, lo recordaba muy bien, la muerte de Orfeo en brazos de Seiya, la lira de plata fría entre sus manos mientras él y su amigo derramaban lágrimas cálidas en honor a un valeroso santo de plata.

De repente, manchas negras devoraron su visión, cada vez más. Una voz grave y fría susurro a su oído. Era suyo, su cuerpo era le pertenecia.

Llevaba semanas escuchando esa voz y ya no le sorprendía. Había imaginado de quien podía ser y ya había pensado que podía hacer.

Pasó muy rápido, sus lágrimas cesaron sin chistar, su cuerpo se adormecía, alejándose de su control. La lira se resbaló de entre sus dedos. 

Alguien se estaba apoderando de él.

¿Qué hizo al respecto? Nada.

Sonrió para sus adentros, y lo permitió.

Si era quien creía lo mejor era solo permitírselo, por ahora.

Lo siguiente que sintió fue oscuridad y... ada. Similar a caer en un abismo sin fondo. De eso no recordaba nada porque... No había nada.

Y entonces...

Una secuencia de imagenes golpeo su conciente en un instante, como una pelicula en camara rápida o una historia contada con saltos en el tiempo. Fue tan rápido que no pudo procesar lo que ocurría.

Lo siguiente fue... Dolor.

Una a una, como pequeñas agujas, punzadas de dolor estallaron en su cuerpo. Siseó y trató de abrazarse.

Sin embargo, apenas movió los brazos escuchó un tintineo. Cadenas.

Su cuerpo estaba desprovisto de cualquier cosa que pudiera cubrirlo. Sus brazos y piernas estaban encadenados, las cadenas eran flojas pero las cerraduras apretaban sus muñecas y tobillos.

Las miro y luego miro a su alrededor. Solo encontro oscuridad, infinita y helada.

Este no era un espacio real y tampoco estaba en su cuerpo. Este era solo un fragmento de su alma que aún no había sido devorado por Hades mientras todo lo demás fue el espacio luminoso que Hades fue consumiendo.

Este lugar ya era más del dios que de él mismo.

Y aun así...

Los acontecimientos de hace un momento llegaron como un tifón, su pecho se contrajo. Conforme más pensaba, más quería parar pero no podía. Tenía que hacerle frente a la realidad de lo que había sucedido.

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⏰ Última actualización: Aug 12 ⏰

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El Valor De Los Caballeros De AthenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora