¿Por qué?

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Androfobia: Es la sensación de miedo o temor a los hombres, a las personas del sexo masculino o a los varones, esta fobia puede estar relacionada con actos que el afectado sufrió en su niñez con un hombre o niño.

Capítulo 1: ¿Por qué?

Los autos pasan y circulan a su manera, algunos – impacientes ─ pasan el semáforo en rojo, otros respetan la ley y cruzan cuando la luz verde aparece, personas corren hacia la parada del colectivo, otros ya están allí sentados en el banco descuidados, repleto de gente.
El sol hace su aparición en el horizonte, iluminando a la ciudad con sus cálidos rayos, me separo de la ventana y miro el reloj de pared.

Es lunes, son las nueve de la mañana, una chica normal en este momento estaría en la escuela, siendo torturada por los profesores, esperando a que suene la campana para poder reunirse con sus amigos. Lástima que no soy como ellas.

—Mandy— me llama a mi espalda mi mamá, no giro para verla, sino que me acurruco en el sillón con una manta, tapada hasta el cuello.

—Amanda—insiste rodea el sillón y se planta en frente mío con las manos en la cadera, tiene su uniforme médico celeste, así que ya se dé que se va a tratar esta conversación.

— ¿Qué?—susurro impaciente y vuelvo mi mirada hacia la ventana.

—Voy a trabajar y tengo horario de corrido–informa— además me toca hacer guardia. Voy a volver el miércoles a la mañana,hay comida suficiente en la heladera y llámame si necesitas algo—se acerca y planta un beso en mi frente, frunzo el ceño y aparto sus labios de mi piel.

Frunce los labios y asiente, cómo sabiendo el porqué de mi reacción, se acomoda la ropa, busca su maletín y atraviesa la puerta de la entrada, lo último que se escucha es el sonido de esta al cerrarse y el silencio vuelve a reinar en la sala.

Cada una intenta escapar del pasado a su manera y mi mama lo hace internándose en su trabajo así mantiene su mente ocupada.
Las dos tenemos heridas y estas todavía se encuentran expuestas, desearía que estuviera conmigo y nos sanemos juntas
pero respeto su forma de lidiar con esto y si trabajar hasta tarde le hace bien, no voy a intervenir ya que haría lo que sea para que ella se encuentre bien.

Me levanto arrastrando los pies sobre la alfombra fría hasta la cocina y saco lo que necesito para hacer un café.
La cafetera emite un pitido junto con una luz roja y vierto el liquido en una taza, el humo forma un espiral y se disuelve en el aire, soplo la bebida caliente y vuelvo a la sala. Tomo un sorbo y dejo que lo dulce del azúcar junto con lo amargo envuelva mis papilas gustativas.

Vuelvo al lugar de antes y enciendo la TV, hago zapping hasta que paro en el noticiero, una mujer joven ocupa la pantalla y detrás de ella hay una imagen que muestra el día soleado, anuncia el pronóstico de esta semana de forma automática.

El timbre suena y me sobre salto ¿Quién viene de visitas a la madrugada? Apago el televisor en medio de una noticia del reportero y camino sigilosa hacia la puerta, el pasillo se hace eterno a la medida que avanzo, el timbre vuelve a sonar y obtengo la misma reacción.
Apoyo las palmas de mi mano en la gruesa madera, cierro un ojo y trato de visualizar por el pequeño círculo de vidrio, se me detiene por unos segundos el corazón.

Un chico joven que deduzco de unos dieciséis años está parado frente a mi puerta, su corto pelo es negro algunos mechones desordenados descansan sobre su frente y sus ojos celestes me atrapan.
Nunca estuve tan cerca de un chico, aunque una puerta nos separe, el pánico me consume paralizando cada miembro de mi cuerpo, siento un escalofrío que sube por mi columna y mi corazón se acelera dificultando mi respiración, el timbre vuelve a sonar e inmediatamente me despego de la puerta como si esta me quemara, saco mi celular y con dedos temblorosos marco el número de mi psicóloga.

AndrofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora