01 | Primera impresión.

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Eran aproximadamente las diez de la noche, en aquella época del año el frío era hasta insoportable para algunos. Los árboles ya casi ni tenían hojas, lo único que los adornaba eran los copos de nieve que caían delicadamente sobre ellos. Un joven pelirrojo de ojos azules conducía por las calles un tanto desoladas en su motocicleta, llevaba por obvias razones un casco para conducir y estaba bien abrigado, con guantes de cuero, una chaqueta gruesa negra y una bufanda roja.

Ese pelirrojo, soy yo amigos míos. Y no tengo la dicha de decir que iba con buenos ánimos.

Rebobinemos; en la mañana tenía la idea de ir a buscar un nuevo trabajo, me topé con el letrero de una pizzería que decía en letras mayúsculas: "Buscamos repartidor, con o sin experiencia previa, ¡aprovecha la oportunidad!"


En ese momento pensé que aquel trabajo me caería como anillo al dedo, exacto, pensé. La palabra está en tiempo pasado.

El dueño de esa pizzería era un viejo, calvo de paso, me dijo que haríamos una" corta prueba" para ver si tenía o no el trabajo, ya después arreglaríamos el papeleo. Me dio una caja de pizzas y me llevó hacia una motocicleta casi que completamente negra pero con el logo del local a un costado, diciéndome la dirección a la cual tenía que llegar y entregar la pizza, también el tiempo que tenía que tardar; unos cinco minutos de ida y vuelta.

Hice el trabajo tal cual me indicó, entregue la pizza a la dirección indicada y llegué hasta con segundos de anticipación, fue un poco narcisista de mi parte decirle a dos de los empleados de ese lugar que tenía nueve años con experiencia con la motocicleta, supongo que se sorprendieron porque apenas tengo 21 años de edad, ¿o será que me vieron con menos años de los que aparento...?

Ajá, ese no es el tema. Después de haber llegado de vuelta a la pizzería en aquellos cinco minutos dichos, le pregunté al calvo si me quedaba con el trabajo, a lo que él me respondió con un "Sí, sí, solo necesito que sigas haciendo unas cuantas entregas".

Muy mal de mi parte haberle hecho caso, estuve desde las ocho de la mañana hasta las
nueve de la noche trabajando. Ese no era el origen de mi rabia en realidad, lo que me hizo enojar fue que al final el viejo me haya dicho "Ya será para la próxima, muchacho" ¡E incluso me corrió del lugar! ¡Y después me llaman a mi el grosero!

Pero solo porque le tengo respeto a los ancianos no le terminé de arrancar las tres cortas hebras de cabello que tristemente le quedaban, pues ganas para hacerlo no me faltan en realidad. Eso sí, lo voy a demandar, jugó con mis sentimientos y esperanzas por conseguir trabajo. De hecho, ¿en realidad puedo poner una demanda por eso? Lo estoy pensando, y mientras más lo pienso más ganas me dan de ir directo a la estación de policía más cercana.

Saliendo de mi mente, miré hacia arriba, dándome un pequeño susto al darme cuenta que estaba muy cerca de cruzar la luz roja del semáforo, frenando de forma repentina y recibiendo una mirada de desconfianza por parte de un señor de iba cruzando la calle.

¿Y así quería presumir mis años de experiencia con la moto?

Suspiré de forma pesada, sintiendo como la tensión aparentemente acumulada se desvanecía un poco. Lo mejor seria llegar a mi departamento y seguir buscando un trabajo por vía internet o prepararme algo de cenar, pero por alguna razón decidí cambiar de rumbo. Apenas el semáforo volvió a cambiar de color, siendo este el verde, fui soltando de a poco el embriague de mi motocicleta para seguir conduciendo pero en dirección contraria a mi casa.   

Thrills | Soukoku.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora