Capítulo 4

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La noche siguiente, a pesar del candado que había puesto Stiles, Derek entró en la habitación. Stiles estaba temblando y de sus labios salían murmullos y quejidos, el lobo se acercó a él y, como cada noche, se acurrucó junto al chico, intentando transmitirle tranquilidad. Al parecer funcionó, en cuanto estuvo pegado a él dejó de quejarse y se calmó. El contrario hinchó su pecho, orgulloso de tener ese efecto en su compañero, y se dispuso a dormir.

***

-Otra vez solo, jodido chucho. No tienes idea de lo mucho que te odio... Bueno, eso no se lo cree nadie, ni Scott. No había más gente, no. Yo me tenía que enamorar de Derek Hale, porque me luce a mí. Yo no puedo ir a por gente alcanzable, no, yo ese paso me lo salto, voy a lo difícil. Por todos los dioses, seguramente si se enterara me mataría, pero antes me explica qué hace aquí todas las santas noches. No es normal, nada de esto es normal, mi vida no es normal. Odio mi vida, más desde que se me ocurrió la fantástica idea de enamorarme de ese dios griego, de verdad. ¿Es qué no había más gente? Hasta Lydia parece más alcanzable- aún siguió refunfuñando sobre lo injusto que era el universo con él durante un buen rato.

Mientras tanto, en el tejado, Derek se había caído de la sorpresa de saber que Stiles correspondía sus sentimientos, y aún seguía en el suelo del jardín.

Y os preguntaréis: ¿y el Sheriff? Disfrutando de un buen café y del drama, deseando que su hijo y Derek se declaren de una vez por todas. De lo sobrenatural no sabía nada, pero de amor podía jactarse de saber mucho gracias a Claudia. 

***
Son las doce, casi la una y yo me aburro en el campo a esta hora, así que creo que voy a publicar algo más.

¿Alguien me acompaña en esta velada tan apacible?

Adeu~

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