• Acto VII •

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Una semana había transcurrido desde que una serie de extraños y desfavorables eventos ocurrieron en el apartamento familiar de los Naegi.

Por más que Fukawa intentó no darle más vueltas, la verdad es que no podía parar de pensar en ello. Pero, ¿cómo no hacerlo?
Se sentía muy mal consigo misma por haber tratado de esa manera a aquella chica tan honesta e inocente.
Desde el día que había ocurrido eso, Fukawa no había visto a Komaru ni una sola vez. Eso realmente le pareció algo muy preocupante, pues Komaru no era el tipo de chica que permanecía en casa sin ir a estudiar sin ninguna razón aparente.

Por si eso fuera poco, tenía que lidiar al mismo tiempo con unos pequeños problemas de descontrol que estaba sufriendo por las noches. Probablemente era a causa del estrés y preocupación que estaba viviendo, pero de alguna manera durante esa semana habían aumentado el número de víctimas de "Genocider Syo".
El nivel de cansancio que estaba experimentando en todos los sentidos era impresionante, ni siquiera se sentía con ánimos de seguir a Togami a todas partes cada vez que lo veía en los pasillos de la universidad.
Lo único que quería era permanecer en su apartamento, durmiendo durante varios días seguidos hasta lograr recuperarse de todo ese cansancio.

Sin embargo, ahí estaba ella.
Todos los días fue muy persistente en despertarse temprano, y esperar a ver que la chica de cabello corto saliera por la puerta del frente, y con su característica sonrisa le saludara con un "¡Buenos días, Fukawa-san!" como usualmente lo hacía.
Pero por más persistente que fuera, al parecer Komaru aún no se encontraba lista para ello.

Fukawa quería pensar que en realidad no era su culpa, repitiéndose una y otra vez que realmente ella no era alguien tan importante como para que el problema del otro día fuese el causante de ello. No era más que una chica extraña, maloliente y desagradable, ¿por qué alguien estaría afectado por culpa de alguien tan patético y molesto?

Soltó un suspiro, y seguidamente echó un vistazo a la hora en su reloj de pulsera. Era ya bastante tarde como para que Komaru se fuera a estudiar a esa hora, así que supuso que ese día tampoco lograría hablar con ella.

Aún tenía mucho tiempo antes de que alguna de sus clases comenzara, así que pensó que lo mejor sería irse a descansar un rato más.

En cuanto se giró en dirección a la puerta de la entrada de su propio apartamento, escuchó la puerta a sus espaldas abrirse lentamente.
Por un momento, la respiración de Fukawa se aceleró y los nervios se apoderaron de ella. Estaba tan asustada que le era muy difícil controlar su impulso de querer salir corriendo y esconderse.

¿Pero qué cosas estaba pensando? Había estado esperando todo este tiempo por poder encontrarse cara a cara con ella, ¿y ahora lo único que quería era huir?

Tomó una bocanada de aire. Con una gran determinación, decidió girarse para encarar la situación en lugar de esconderse.

Pero frente a ella la única persona que se encontraba era un hombre de cabello oscuro, vestido de manera formal. Al verlo, asumió que sería el padre de Komaru.
El hombre se veía un poco sorprendido por cómo Touko se había girado en esa dirección con una expresión tan segura, pero que en cuestión de segundos su expresión se había tornado en una de decepción.


–B-Buenos días...– Murmuró en voz baja la joven, haciendo una pequeña reverencia.

–Ah, buenos días.– Respondió, devolviendo la reverencia de forma respetuosa.


Ahora Fukawa se encontraba en una situación bastante incómoda. No sabía qué hacer o decir, así que simplemente se mantuvo de pie en la misma posición, de manera bastante rígida.


You're my inspiration.『Toukomaru』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora