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No se molestó en revisar la fecha en su celular. Ya sabía que era 28 de Marzo. Se sentía como el 28 de Marzo.

Kirishima suspiró de forma pesada, porque al parecer su sueño con Bakugo también estaba destinado a repetirse.

—Bakugo —susurró el pelirrojo, recordando lo que había pasado la noche anterior, antes de irse a dormir.

Luego cayó en cuenta de que no había forma de que Bakugo lo recordara. Técnicamente, aún no pasaba. Bakugo estaría bien, al menos si Kirishima se aseguraba de no insistirle una vez que el rubio le dijera "olvídalo".

El día se repitió de forma idéntica al anterior, incluyendo el sentarse en el regazo de Bakugo y su posterior frustración al no poder hacer esa pregunta al final de la sesión de estudio. Kirishima quería saber qué era lo que su amigo quería preguntar.

—Podemos hablar de eso mañana si prefieres —le dijo Eijiro cuando Katsuki soltó su frustración.

—Está bien.

Con esas palabras, se volteó y se fue a su habitación. Estaba enojado, pero al menos no tanto como el día anterior. Kirishima lo imitó, y se fue a su habitación para dormir.

¿Tenía algún sentido decirle que hablarían al día siguiente, si el calendario no iba a avanzar? ¿Había algo que tuviera sentido viviendo en esta repetición del 28 de Marzo?

Esas preguntas lo persiguieron las siguientes 3 veces que se repitió el día, Kirishima ya estaba cansado de vivir lo mismo siempre, de comer el mismo almuerzo, de no tener nunca el maldito examen de Japonés Moderno. Ni siquiera las felicitaciones de Aizawa-sensei tenían importancia si Eijiro no hacía nuevos progresos y ya sabía de memoria lo qué ocurriría en el entrenamiento. El problema de las sillas ya no le sorprendía. Hasta el abrazo de Katsuki empezaba a perder su sentido.

La octava vez que se repitió ese maldito día, Eijiro simplemente decidió decir que se sentía mal y fue directo a su cuarto en lugar de estudiar con sus amigos. Ya no soportaba la repetición. Empezaba a tener pensamientos horribles sobre la situación. Si esto continuaba, ¿no sabría nunca lo que Bakugo le quería decir? ¿No vería nunca más a su madre? ¿Viviría años en este día, sin que nadie más lo notara? ¿Y si la única manera de salir era que le pasara algo malo a él?

Trató de pensar un poco más racionalmente, dentro de la irracionalidad de este problema, y pensó que tal vez, si se lo decía a alguien, se sentiría mejor. De todos modos "mañana" no lo recordará.

Katsuki Bakugo fue la primera persona que se le ocurrió. Por la hora que era cuando se le ocurrió esa idea, supo que Bakugo ya estaba en su habitación.

Con la respiración agitada y las manos temblorosas, Eijiro llegó hasta la puerta de su amigo y tocó un par de veces.

¿Sí? —se escuchó del otro lado— ¿Sí? —repitió impaciente el rubio, sin recibire una respuesta—. Si me están jugando una broma voy a...

Se quedó sin palabras al abrir la puerta bruscamente. Del otro lado, estaba Kirishima. Un indefenso Kirishima, hecho un desastre, con los ojos llorosos y su pecho subiendo y bajando en una respiración completamente descontrolada.

—Kiri... ¿qué pasó? —le preguntó Katsuki, preocupado.

Kirishima intentó hablar, pero lo único que consiguió fue hiperventilarse mientras buscaba las palabras correctas. No podía dejar de inhalar y exhalar inconscientemente por la boca.

—Ven, ven, pasa —Bakugo se fijó en que nadie estuviera mirando y dejó entrar al pelirrojo a su habitación.

Sentó a su amigo en la cama y se dio cuenta de que un par de lágrimas estaban bajando por sus mejillas.

「 re-do 」 kiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora