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-¡Príncipe HoSeok!, mi señor- el joven hizo una reverencia tan respetuosa, que no se puso de pie hasta que su frente hubiese tocado el suelo.

HoSeok inclino su cabeza ligeramente, indicando a su sirviente que podía seguir hablando.

-El Rey me pidió que le mandara llamar, no se encuentra muy bien de salud el día de hoy, señor. Está en la torre, descansando.

-Gracias, iré en seguida- volvió a inclinar su cabeza -Puedes irte.

El sirviente hizo otra reverencia antes de salir corriendo. HoSeok se dirigió con paso apresurado hacia el castillo, sabía exactamente lo que su padre quería decirle y, aunque ya lo habían hablado anteriormente, seguía sintiéndose inquieto.

Todos se inclinaban de manera respetuosa cuando el príncipe pasaba cerca de ellos. Ya estaba acostumbrado, él era un príncipe. La sirvienta, después de inclinarse y dar un muy respetuoso saludo, abrió la puerta de la recámara del Rey, permitiendo que HoSeok entrara.

-Padre, he venido en cuanto supe que me buscaba- ésta vez, fue HoSeok quien se inclinó con respeto hacia su padre, quien estaba acostado sobre la cama, pálido y visiblemente agotado.

-Deja las formalidades conmigo, hijo mío- el hombre sonrió y su hijo le imitó.

Ambos se miraron a los ojos antes de que HoSeok hablara.

-Sigo estando nervioso, padre.- el volumen de su voz era muy bajo, agachó la cabeza y suspiró.

Su padre tomó su mano y apretó ligeramente.

-Pasé lo mismo cuando tenía tu edad... No quería casarme con tu madre, me preguntaba..¿Por qué debería casarme con esa mujer?, no le conozco, no se nada sobre ella, no conozco su rostro...

-¿No amabas a mi madre?

-No al inicio, he de admitir. Pero el amor que tenía por mi pueblo era más grande que cualquier otra cosa; nuestro matrimonio evitó muchas batallas, y trajo paz entre los pueblos.- el hombre tosió un par de veces antes de continuar.

-Un día me armé de valor y le invité a dar un paseo por el bosque, tratamos de conocernos y de llevarnos bien. Fue muy difícil al inicio... Hasta que fui herido en el entrenamiento de combate- el viejo Rey comenzó a reír- Tu madre me cuidó ella misma, en ningún momento me dejó solo... Ella no me amaba, pero aún así cuidó de mi. Fue cuando supe que todo marcharía bien. Así que me recuperé y... Me case con ella.

HoSeok escuchaba atentamente a su padre.

-Luego naciste tú... La manera en la que tu madre te amó, me hizo darme cuenta del amor que había aprendido a tenerle... Y no hay día que no la extrañe- la sonrisa del hombre fue cambiando poco a poco. Ahora su sonrisa reflejaba tristeza.

-Y nunca me arrepentí de haberme casado con ella, HoSeok. Nunca.

El príncipe tenía la mirada puesta en la de su padre. Suspiró.

-Invitaré a la princesa JooHyun a dar una caminata por el bosque al atardecer- informó a su padre, con la voz más segura que pudo salir de su boca.

Su padre sonrió - No te pediría casarte si no fuera necesario, hijo mío. Ella es la primogénita del Rey; cuando hayan unido sus vidas, se convertirán en los reyes de ambos reinos, habrá unión entre ambos pueblos. Necesitamos esa unión.

HoSeok asintió firmemente. Iba a casarse. Se iba a esforzar. No por él... Por su pueblo. Por su padre.

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HoSeok observó a la mujer a su lado.

Sus manos reposaban de manera delicada sobre su estómago. Era hermosa, no había duda.

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