El deseo más anhelado del Árbol

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Un día un árbol nació, al paso de los años el árbol iba creciendo, hasta que se hizo maduro, fuerte, y resistente.
El árbol siempre quería llegar a ser, el más alto de todo el mundo, pues decía, que cuanto más creciera, más rápido alcanzaría a tocar una estrella, ese era su más grande  deseo, así bien, las estrellas se lo otorgaron, el árbol por las noches crecía, más y más alto, sin embargo, una noche, a sus pies, nació una bella flor, que con su voz femenina y dulce, le dijo:
-​¡Oh! -exclamo- Que bella es la luna, ¿no lo cree usted?
-​Supongo que sí- respondió el árbol sin mucha importancia, pues estaba concentrado viendo las estrellas.

-​¿Supone? Ella -dijo la flor- es maravillosa, gracias a ella yo he nacido de noche, en una gran época del año, muchos de ustedes la conocen como primavera, pero yo le llamo, la época de la vida, creo que es el nombre más adecuado, aparte de ser muy romántico... Señor árbol ¿usted se ha enamorado alguna vez?

El árbol mirando a la flor le respondió:

-​No, nunca he amado a alguien, pero siempre he deseado tocar una estrella.
-​¡Qué romántico! – le comento la flor con dulzura- bien pues como buena vecina que soy, lo acompañaré a usted, por los días y usted en las noches podrá admirar a las estrellas.
-​¿Y por qué me acompañarás en el día? -le pregunto el árbol un poco dudoso.
-​Porque yo he notado como se queja usted de su soledad, de ahora en adelante no tendrá que pasar sus mañanas solo, ya que estaré con usted para consolarle.

Los días pasaban y la bella flor, además de acompañar al árbol por las mañanas, ella platicaba felizmente con él.
¡Qué bella era aquella vecina, tan dulce, tan risueña! ¡Cómo había crecido! ¡Era ya toda una mujer! ¡y le hablaba al árbol de una manera de lo más dulce y de lo más alegre!

Desde que ella vivía a su lado, el árbol dejaba de pensar en su deseo de tocar las estrellas.

Una noche antes de que la flor lo dejara solo, el árbol le dijo:





-Mi bella flor-expresaba él con inmensa ternura-, por favor, no te vayas, no quiero pasar las noches solo, mirando las estrellas, sabiendo que tú y yo las podríamos mirar juntos, ven sube a mi regazo y abrázame.

Y la flor lo abrazó.

Esa noche mientras que los dos dormían, las estrellas envidiaban la felicidad del árbol, así que como castigo, hicieron que el árbol creciera hasta ser el más alto de todos, y así dejando caer a la pobre flor.

En la misma noche el árbol se despertó al sentir que su querida flor no estaba abrazada a él, preguntó:

- ¿Dónde está mi bella flor? -dándose cuenta de que todavía era de noche y que él había crecido mucho, hasta el punto de que si se estiraba un poco más, podría llegar a tocar las estrellas, dijo:
-Toda mi vida he deseado tocar una estrella, sin embargo he conocido a una flor, que me ha enseñado que es el amor, la belleza de ustedes queridas estrellas me atraía, pero la belleza de mi flor, me enamoró, ustedes solo me ofrecían su belleza exterior, mientras que mi flor me ofrecía: calidez calor y ternura, he cambiado mi deseo y es que quiero estar todos los días con mi flor, quiero despertar con ella en las mañanas, quiero que ella vele por mí cada noche, quiero que me cuente todo lo que piensa, quiero estar con ella hasta que algunos de los dos no pueda despertar jamás.

Las estrellas respondieron al deseo del árbol, y lo regresaron con su flor.
- ¡Oh! -le dijo el árbol a la flor cuando regresó- yo te amo, y te prometo que nada podrá separarnos, tú mi bella flor, me has enseñado que la belleza va más allá de lo que los ojos ven, pues la belleza como la tuya, que es del corazón y del alma, es la más pura que hay. 

Reflexión: Mira a tu alrededor y date cuenta de que hay personas que te pueden dar más felicidad de la que tú buscas, y es mejor amar a alguien aunque sea efímero, que a lamentar no haber podido amar, cuando se tuvo la oportunidad.

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