Capítulo 2.

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El reflejo era resplandenciente entre la luz natural qué emitia la ventana, la corbata de lazo era acomodada en su cuello para forzar el agarré.

"¿De dónde lo has sacado?" cuestionó una voz detrás de su espalda, Tom, el chico de cabellos dorados y el jopo a un costado, una remera holgueada blanca, y shorts hasta un poco más arriba de la rodilla. Entre sus manos sujetaba una revista vieja llena de curiosidades sobre famosos o chismes de gente ajena a su entorno.

Harry le miró por unos segundos sobre el cristal para retirarla y seguir haciendo lo qué hacía.

"Te ves bastante guapo. ¿dónde vas?" vuelve a interrogar, el rizado preferia seguir con su boca cerrada. "¿No vas a hablar conmigo?"

"Voy a estudiar a la casa de un compañero." Tom se echo a reír al escucharle, dejo lo qué estaba releyendo una de mil veces para ponerse erguido sobre el suelo de madera y mirarle con una sonrisa. "Sabemos los dos qué eso es imposible, te gusta estudiar sólo. Además, ¿vestido de esa manera? Debe ser un chiste."

De los labios un bufido se le había escapado, no conseguía un dobles perfecto de la corbata. El tiempo se le estaba acabando y el continuaba ahí, tratando de lucir bien.

"Ven dejame ayudarte, Harry." habló el rubio para darle la vuelta de hombros y arreglarle aquel lío que se había mandado. "No es tan complicado. ¿lo ves? Ya está."

El mencionado miró como en un abrir y cerrar de ojos Tom le sacó de aquel problema, no pudo evitar en sonreír un poco. "Gracias".

"No es nada, ahora vas a poder ir a la -supuesta reunión de nerds-, qué seguro debes tener. ¿No?" Harry río un poco, para mirarle por primera vez en el día de hoy a los ojos avellana de Tom. "Vaya, si mira como luces, espléndido. Te envidio un poquitín." le guiño el ojo, para volver a tirarse en cama y agarrar su objeto.

"¿De verdad crees qué me veo presentable?" preguntó un poco jadeoso, fruncio un poco el ceño al oírse. Nunca en su vida, se había escuchado de esa forma pero notó que a su compañero de cuarto poco le importaba.

"Pero claro, más que eso. ¿no escuchaste lo que dije?" sonrió hacia un lado, analizandole de pies a cabeza. "Aunque te ves demasiado rojo. ¿Estas bien, no?"

Harry asintió rapidamente, mordiendo un poco su labio rojizo. Se vio en el espejo y no tenía alguna queja pero la faltaba un sólo detallito, la pequeña flor que había tomado del jardín de Estela, la señora de unos ochenta años no se molestaba en qué el chico pálido le tomase los frutos de sus plantas con el amor cuál las cuidaba, ya que en sí, había atrapado al de orbes verdes varias veces mirando sus rosales o sus tipos de margaritas en el jardín delantero.

"Espero que sea así, recuerda que por esta edad el celo nos puede venir en cualquier momento, a Nat ya se le presentó anoche. Narcissa no la ha dejado salir desde entonces de su habitación. Ten cuidado." añadió Tom, sin quitar la mirada encima de Harry que acomodaba su flor en el traje, sin prestarle mucha atención a lo que este le advertía y solo se inclinó un poco hacia su reflejo practicando vaya a -saber qué-.

"Entiendo." contestó apresurado, cuando en el pasillo resono entre todas las habitaciones el sonido del gran reloj de madera oscura, indicando qué ya eran las seis en punto, el sol se escondía y las luces allá afuera eran encendidas. En invierno la noche reinaba mayormente en esta época y Harry no quería demorarse más, corrió fuera del cuarto hacia la salida para no perder el bus que le acercaría a unas cuadras cerca de su instituto.

"Nos vemos." agitó la mano Tom desde la ventana, el rizado no tenía alguna rivalidad con él, era todo lo contrario, se llevaban bien las pocas veces qué el rubio entablaba alguna conversación pero Harry no era muy bueno para seguirle.

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