Único

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El bullicio dentro del gran comedor daba cierta normalidad al pésimo día que todos los estudiantes habían tenido hasta el momento, como un viejo presagio de algo terrible el cielo había permanecido oscurecido por muy temprano que fuera y el frío calaba hasta los huesos sin importar cuantos hechizos calentadores usaran.

Pero, para lo que algunos era un perfecto estado para entristecerse, para otros significaba causar problemas. Sentados en la mesa Gryffindor se encontraba James charlando con Sirius, sobre una broma directa a algún Slytherin mientras bajaran por las mazmorras al terminar la cena, ignorando selectivamente a Severus desde hace meses, al Lily no ser más su amiga y a él tampoco corresponder sus sentimientos.

En contraste, el ojinegro desde su lugar en su mesa, junto a Regulus, demasiado sumido en sus pensamientos, sentía una opresión en el pecho, de las que te advierten algo, pero te descubres incapaz de descifrar. Moviendo la comida de un lado a otro, reacio a probarla cruzo su mirada con los ojos verdes de Lily que lo miraban fijamente.

Dado que, si bien su amistad ya no existía, el sentimiento de protección que tanto caracterizaba a la pelirroja tampoco la abandonaba, vigilándolo a la distancia y dándole pocas palabras para que se cuidara, palabras que ignoraba a favor de cualquier otra cosa que pudiera distraerlo al encontrarse cada vez más sumido en la oscuridad de volverse un mortifago o consumirse dentro de su depresión. Sin embargo, esa noche parecía que no había forma de mirar a otro lado y dejar pasar su cuidado.

Mucho menos cuando su respiración pareció detenerse y su vista se nublo, con la sensación opresiva de su pecho creciendo y en consiguiente que su cuerpo se desplomara sobre Regulus, buscando soporte.

En vano lo último que escucho fue su nombre, un susurro alarmado y luego nada.

Entonces la conmoción llego, entre Severus desmayado y una explosión en medio del lugar todos se encontraron alarmados, el profesor Slughorn corriendo hacia su alumno para verificarlo y Dumbledore levantando su varita hacia un hombre parado en la entrada del comedor, envuelto en humo parecido al de una explosión y sujetándose un costado con la sangre contrastando su pálida piel.

Levantando la mirada se encontró dentro de Hogwarts, con alumnos que conocía demasiado bien de sus años de adolescencia y su mente tratando de mantener el control, fijando sus ojos en los del anciano director solo pudo murmurar Voldemort antes de desplomarse de rodillas en suelo y que la conciencia lo abandonara.

Apresurando sus pasos hacia el intruso, el director se encontró con la versión mayor de Severus Snape y las incógnitas de un futuro amenazante.

En cambio, la versión más joven del chico pelinegro era movida a sus habitaciones con Regulus y Lily tras suyo preocupados, a la vez ignorando la identidad del causante de la conmoción.El bullicio dentro del gran comedor daba cierta normalidad al pésimo día que todos los estudiantes habían tenido hasta el momento, como un viejo presagio de algo terrible el cielo había permanecido oscurecido por muy temprano que fuera y el frío calaba hasta los huesos sin importar cuantos hechizos calentadores usaran.

Pero, para lo que algunos era un perfecto estado para entristecerse, para otros significaba causar problemas. Sentados en la mesa Gryffindor se encontraba James charlando con Sirius, sobre una broma directa a algún Slytherin mientras bajaran por las mazmorras al terminar la cena, ignorando selectivamente a Severus desde hace meses, al Lily no ser más su amiga y a él tampoco corresponder sus sentimientos.

En contraste, el ojinegro desde su lugar en su mesa, junto a Regulus, demasiado sumido en sus pensamientos, sentía una opresión en el pecho, de las que te advierten algo, pero te descubres incapaz de descifrar. Moviendo la comida de un lado a otro, reacio a probarla cruzo su mirada con los ojos verdes de Lily que lo miraban fijamente.

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