capítulo 4

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Camino por los pasillos con un inmenso dolor de cabeza, todos al verme hacia una pistola con sus dedos dándome a entender que recordaban lo de anoche

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Camino por los pasillos con un inmenso dolor de cabeza, todos al verme hacia una pistola con sus dedos dándome a entender que recordaban lo de anoche. Voy hacia mi casillero dónde me encuentro con los hermanos esperándome, ruedo los ojos y me acerco a ellos.

— Hola, Buenos días y adios. — Sonrio abriendo mi casillero y saco mis cosas ya que la jornada de clases habían terminado.

—Queremos hablar contigo.—  Habla Jacob cortante, ruedo los ojos y cierro la taquilla con fuerza.

— Lo siento, no puedo. — Me giro y comienzo a caminar pero ellos me detienen.

— Por favor, necesitamos hablar. — Habla Joel, me giro con el ceño fruncido.

—¿Ahora si quieren hablar? — Pregunte con un tono molesto. — Cuando fueron ustedes los que me dejaron de hablar de un día para otro. — Señalé a mi mejor amigo. — Especialmente tu, eras mi mejor amigo.

— Lo lamento, ¿Si? — Sus ojos se llenan de lágrimas. — Se que toda es mi culpa y soy un idiota,pero perdoname.

Lo miro directamente a los ojos para ver si hay un rastro de que todo es mentira, pero no.

Lo decía en verdad, sonrio tratando de controlar mis lágrimas y me acerco a enredando mis brazos en su cuello. El pasa sus brazos por mi cintura estrechandome a su cuerpo con fuerza, escucho sus sollozos.

— Te perdono. — Nos separamos. — Te quiero. — Sonrio.

— Yo también. — Miramos a Jacob que tenía la mandíbula tensa, miraba a un punto fijo. —¿Jacob?

Este nos mira con el ceño fruncido y después sonreír.

— Yo también los quiero. — Nos abrazamos entre nosotros.

—¿Saben? — Nos separamos. — Esto lo debemos celebrar, vamos a mi casa.

—¿Y tu mamá? — Pregunta con el ceño fruncido.

— Posiblemente inconsciente en su habitación. — Sonrio sin ganas. —¿Vamos?

Ellos asiente y comenzamos a caminar hacia la salida de la escuela, nos subimos a mi jeep y nos pusimos en dirección a mi casa.

[…]


Bajamos del coche y caminamos hacia la entrada, abro la puerta dándome cuenta que la casa estaba vacía. Dejo las llaves sobre la mesa, voy hacia la cocina y saco una botella de tequila de los estantes.

—¿Desde cuando tomas? — Pregunta Joel con sorpresa.

— Desde que me di cuenta que mi vida es una puta mentira. — Sonrio dándoles unos vasos llenos. — Salud.

Ellos levantan sus vasos y las bebemos de jalón, suelto un chillido y me siento entre ellos dos.

— Los extrañé chicos. — Murmure.

— Nosotros a ti. — Murmura Joel.

RETAME - JACOB ELORDI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora