Problemas Con Ella {Gaara y tú}

No hagas algo de lo que puedas arrepentirte.

Habían pasado las semanas con lentitud, y _____ apenas si mantenía una clara percepción del tiempo. La joven de cabello (t/c) se mantenía en contacto con los ninjas y sus mejores amigas, pues ya hacía un par de días que no las veía y poco sabía de ellas, a excepción de que el trabajo y las misiones —claramente otorgadas por el hokage —, les consumían parte del tiempo y junto con su futuro marido, Gaara, estaba carente de tiempo también.

Le afectaba el tener que permanecer en casa en completa soledad, observando simplemente el paisaje que se presentaba frente a su ventana. Estaba aburrida, no quería esperar demasiado, pero tampoco tenía las libertades de salir como antes debido a que, el embarazo había progresado bastante rápido.

Habían pasado apenas tres meses, pero en todo ese tiempo, Gaara había dicho que protegería a ____ de cualquier maleante o peligro que se presentara en la aldea porque, ¿qué más podía hacer que no fuera simplemente eso? La (t/c) se estaba deprimiendo, pues el casi no ver a su esposo la hacía sentir como si, en vez de tener marido, tuviera simplemente a su lado un costal de arena —irónicamente —.

No quería permanecer tanto tiempo sola, así que en cuanto su rutina mañanera de esposa transcurrió con normalidad y, el pelirrojo dejó su precioso hogar, con un esfuerzo enorme y ganas por salir al mundo exterior, logró despistar a los ninjas que trabajaban para ella y, finalmente logró escapar.

Hace mucho que no sentía tanta calma al ver el mundo exterior por su cuenta, y aquello la relajó a sobremanera. Hace mucho que no tenía un poco de espacio personal, pues en cuanto ella y Gaara supieron que iban a ser padres, él de manera inmediata contrató un par de ninjas para que fuesen sus guardias y la siguieran a dondequiera que fuera, cosa que, lamentablemente terminó por cansar a la de hermosos orbes (color de tus ojos).

Todo parecía estar tan tranquilo para la joven madre ____, quién caminaba  deliberadamente sobre las calles de la aldea, claramente escondida bajo una enorme bata con capucha, sin tener idea de que, en un pequeño descuido por parte de ella, una navaja había atravesado su cuerpo, específicamente el vientre, donde el fruto del amor entre ella y Gaara se había implantado.

Ella no pudo gritar, tan sólo pudo observar a su atacante, sin aire y sin fuerza pero con lágrimas llenándole los ojos y saliendo sin temor alguno. Notó que se trataba de Deidara, el rubio que fue su amigo por un tiempo, mismo al que también, acuosas lágrimas le resbalaban del rostro.

—Perdóname, ____, ojalá podamos vernos en alguna otra vida —. Con cuidado retiró la navaja del cuerpo de la chica y, tan rápido como el viento viaja, el rubio abandonó aquel sitio, dejando a la pobre chica completamente herida, desangrándose y con apenas fuerzas para sostenerse de pie, por lo que en cuanto los aldeanos vieron el cuerpo caer de la mujer, e identificar de quién se trataba, no tuvieron más opción que comenzar a pedir ayuda.

Deidara, por otra parte, apenas pudo salir de aquella aldea se detuvo en un árbol y rápidamente comenzó a sollozar. Le dolió haberla asesinado, pero lo prefirió antes que ser cómplice de un asesinato más cruel y más doloroso para ella y su criatura, pues no había nadie en el mundo que no quisiera hacerle daño más que Orochimaru, sacrificándola a ella y a su bebé en un ritual para conseguir la eterna vida.

Pobre Deidara, pobre de Gaara. Uno lamentaba la pérdida de ambos mientras que el otro gozaba con alguien más.

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