THE MINDER ϟ KOOKMIN

𝔢𝔫𝔞𝔪𝔬𝔯𝔞𝔡𝔬

Capítulo O3

𝐒𝐦𝐢𝐥𝐞 𝐀𝐠𝐚𝐢𝐧 ϟ 𝐖𝐢𝐧𝐧𝐞𝐫

Pasaron dos horas para que JungKook llegara a Seúl, su nueva ciudad. Pasando por casa mugriento y sucio vecindario, diciendo adiós cada vez que veía un punto de referencia. No se encariñó del todo con la anterior ciudad por lo que no se siente apenado. Creyó que cuando llegara el día en que caminara por la universidad, se sentiría con júbilo, y así es. Pero lo estaría aún más si no fuera por la mala pasada de ayer. De verdad creyó ver algo en YoonGi, detrás de todas esas magulladuras.

Después de media hora paseando por los pasillos de la universidad, encontró lo que buscaba. Se paró frente a la habitación compartida y golpeó dos veces.

Él deseaba no volver a ver a ese bastardo.

Esperó por lo que creyó que fueron dos minutos y alguien de piel muy pálida y de cabellera rubia platinada abrió, dejándolo con el puño alzado por querer golpear una segunda vez. El chico de quedó viendo a JungKook con el ceño fruncido por unos segundos y habló hacia alguien a su espalda.

— Te dije que la tercera cama no era de adorno.— y luego hizo a un lado, dejándolo entrar.

Tomó su maleta y la arrastró hacia dentro. La habitación era lo suficientemente grande como para alojar a cinco personas cómodamente, pero sólo había tres camas. En una estaba sentado alguien de cabello rubio oscuro, quien no apartaba su vista de JungKook. No en un sentido de asombro, ni mucho menos de interés, sino todo lo contrario. Era como cuando ves que tu perro trajo un bicho del jardín y no sabes si tocarlo o no.

El mismo rubio platinado que abrió la puerta se asomó hacia afuera.

— Chico, ¿y tus demás cosas? —preguntó, con un deje de burla.

Dejó ma maleta a un lado de la cama desocupada y se recostó en ésta.

— ¿Te importa? —respondió JungKook, a la vez que colocaba las manos detrás de su nuca, acomodándose para descansar un poco.

— En absoluto.— cerró la puerta y se sentó en una silla frente a un escritorio, mirándolo desde ahí—. No deberías dormir. Tenemos clase en diez minutos.

JungKook no contestó. La mala experiencia de ayer me había a abierto los ojos, por alguna razón, en este pueblo cree que por ser hijos de padres adinerados o ser de gustos populares son mejores, que pueden hacer con el resto la mierda que quieran. Odiaría ensuciar su ropa con la odiada sangre de clase alta otra vez. Se limitaría a terminar sus estudios y largarse de ahí.

— Qué suerte tiene JiMin —habló, por primera vez, en rubio oscuro— por un momento creí que él sería nuestro compañero.

— Espero que su suerte siga, no dudaré en reaccionar si lo llego a ver, aunque sea un mechón de su repugnante cabello.

— Tal vez escucho tu consejo —supuso burlón—, debe quedarle algo de amor propio.

— Tal vez —coincidió el platinado con él—, y eso sería algo de lo que se podría celebrar.

— ¿Caza nocturna? —las comisuras de los labios del rubio de alzaron con una gustosa crueldad.