Capitulo 2

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Jimin 

—Tienes que controlar ese mal genio,amigo. Si alguien puede plantarle cara a Chanyeol eres tú, pero igualmente te molería a palos
—me advirtió Jungkook al salir del camino de tierra que conducía a la fiesta del prado.
—Ya han pasado seis meses. ¿Hasta cuándo piensas seguir enojado? —preguntó Hoseok desde el asiento trasero.
¿Y eso era asunto suyo? Ninguno delos dos tenía ni idea de lo que significaba mantener una relación seria.Habían estado con tantas chicas durante los cuatro años de instituto que ni siquiera me acordaba de sus nombres. Explicarles que desde que tenía doce años había planeado mi vida en torno a Sun Hae no era precisamente sencillo. Así que encendí la radio para ahogar elsonido de su interrogatorio.
—Puedes subir el volumen todo lo que quieras, pero el caso es que tienes que pasar página —dijo Jungkook—. Chanyeol es tu primo y tu mejor amigo. Una tía no puede interponerse entre los dos. No por mucho tiempo. Jungkook me estaba observando desde su asiento.Sabía que esperaba mi respuesta,pero no le di ninguna. Su comentario demostraba que no me conocía de verdad, y pensé que nadie me conocía bien excepto Chanyeol y Sunnie. Chanyeol no era mi primo; era mi hermano. Pero cuando descubrió la verdad por boca de su madre, decidió que siguiera siendo un secreto, como siempre. No quería reclamar a mi padre como suyo, y no podía culparle por ello. Tampoco es que nuestro progenitor hubiese hecho nada para ayudar a Chanyeol mientras crecía. Así que él sólo sentía desprecio por mi padre..., por nuestro padre. Decidió recordar a nuestro tío como a su auténtico padre, ya que fue la única figura paterna que Chanyeol había conocido.
Aunque murió cuando teníamos seis años, él lo recordaba con afecto..., al contrario de lo que le sucedía con suverdadero padre.
—¡Eh! Te has pasado de largo de Hank's —exclamó Jungkook, señalando con el dedo la hamburguesería a la que íbamos a comer a menudo.
—No vamos a Hank's —fue mi respuesta. Habían sido ellos los que se habían montado en mi furgoneta. Si no les gustaba que necesitase salir de Mungyeong, podían volver andando a la ciudad en cuanto llegásemos a nuestro destino.
—¿Vas a salir de Mungyeong? 
—Sí.
Jungkook soltó un resoplido y de arrebujó en su asiento.
—A este paso, cuando pare lapuñetera furgo estaremos en Busan.
—¿Busan? Estoy muerto de hambre y una hamburguesa con queso de Hank's lo habría solucionado —refunfuñó Hoseok.
Disminuí la velocidad, estacioné en la cuneta y eché un vistazo a Hoseok .
—Puedes bajar y volver andando, siquieres. 
Puso unos ojos como platos y negó lentamente con la cabeza.
—No pasa nada, amigo. Estoy bien.  Arranqué el coche e ignoré el intercambio de miradas entre los dos. Ambos pensaban que me estaba recuperando de un corazón roto. Y bueno, tenían razón.Nadie dijo ni una palabra hasta que aparqué en Wings. Había conducido unos treinta kilómetros al sur hasta la ciudad más cercana con restaurantes aceptables.—Tendrías que haberme dicho que veníamos a Wings. Me hubiese callado—Hoseok soltó un grito de alegría y abrió de golpe la puerta de la furgoneta,bajando de un salto.
Nunca había comido aquí con Sunnie. No quedaban muchos sitios donde no guardase recuerdos de ella, así que mis opciones eran limitadas.
Esta noche necesitaba quitármela de la cabeza y con centrarme en mi futuro... o al menos en mi verano.
—Voy a comerme mi propio peso en alitas de pollo —dijo Jungkook en respuesta al entusiasmo de Hoseok por mi elección de restaurante.
Al menos les había alegrado la noche. Tampoco es que me importase. Abrí la puerta, entré y me detuve en la entrada. Una chica alta con una melena larga y rubia recogida en una coleta me sonrió con una mirada apreciativa, a la que estaba acostumbrado. Me había acostumbrado a ignorar esas miradas por parte de otras chicas durante tanto tiempo que la deseché automáticamente. Pero esta noche no iba a hacerlo. Ya era hora dempezar a coquetear. Le ofrecí una sonrisa que sabía que era bastante impresionante porque Sun Hae siempre hablaba de ella.
—Seremos tres, por favor —le dije,y observé cómo se le abrían los ojos de par en par y parpadeaba varias veces. No era especialmente guapa, pero ver que se ponía nerviosa me provocó un agradable subidón en el ego.
—Ah... mmm..., vale..., sí —tartamudeó, buscando los menús, que se le cayeron al suelo. Me incliné a su lado para ayudarla a recogerlos.
-Lo siento. Normalmente no soy tan torpe —explicó, y dos manchas rojas le aparecieron en las mejillas.
—¿Así que es sólo conmigo? —
la azucé.Se le escapó una risita nerviosa y medí cuenta de que no me serviría. No me gustaban las risitas. Sunnie nunca reía como una boba. Le entregué los menús, me levanté y fijé mi atención en otra parte. No necesitaba seguir coqueteando. Se haría una idea equivocada.
—Vale, mmm, por aquí —oí que decía. Jungkook y Hoseok fueron tras ella enseguida.
Yo me dispuse a seguirlos cuando mi mirada interrumpió su valoración desinteresada del bar para concentrarse en una mujer a la que estaría encantado de dejar que riese todo lo que quisiera. El cabello cobrizo le caía por la espalda y se le rizaba en las puntas. Estaba sentada en la barra y tenía las piernas largas y desnudas cruzadas; una sandalia plateada de tacón alto le colgaba de los dedos de un delicado pie. Aún no le había visto la cara, pero de espaldas parecía toda una belleza. Tenía mucho potencial.
—¿Vienes o qué? —gritó Hoseok, pero no giré la cabeza para ver a dónde habían ido o en qué mesa los habían sentado. La voz gritona de Hoseok llamó la atención de la chica, que se volvió en su asiento y le echó un vistazo por encima del hombro. Su piel suave y cremosa estaba salpicada de pecas. Normalmente no soy muy fan de las pecas, pero la mirada seductora de sus ojos cafe oscuro casi imposibles labios carnosos hacían que el conjunto funcionase perfectamente. Se dispuso a girarse para ver de qué iban aquellos gritos cuando se detuvo y nuestras miradas se cruzaron.
Sorpresa, placer y ansiedad,todo le pasó por la cara mientras me estudiaba. Me sentía fascinado. El barman apareció y le dijo algo. Ella le miró.
—Jimin , amigo, ven —dijo Jungkook. Aparté la mirada de la pelirroja y me dirigí a la mesa donde estaba la camarera con los menús.
—Jimin , espera.
Una voz conocida hizo que me detuviera de golpe. Me invadió la incredulidad al darme la vuelta y ver ala guapa pelirroja que se aproximaba a mí. Mientras le recorría el cuerpo con la mirada, apreciando la vista, me fijé en la corta minifalda vaquera que llevaba,que terminaba varios centímetros por encima de sus rodillas. El top blanco atado a la cintura con una especie de lazo flojo que se balanceaba dejaba entrever su estómago plano y liso.Conseguí apartar la mirada del impresionante escote para mirarle la cara. Sus labios ridículamente apetitosos dibujaban una pequeña sonrisa y por fin la reconocí.No podía ser.
—¿Seulgi ? —
Era imposible pasar por alto la incredulidad que destilaba mi tono de voz. La última persona que esperaba ver era a la prima de Sun Hae.El hecho de que ella fuese la chica a la que había estado dando un repaso era más que sorprendente.
—Jimin —respondió, con una gran sonrisa en la cara.
—¿Qué haces aquí? —pregunté,aunque lo que pensaba era más bien«¿Qué demonios te ha pasado?». No separecía en nada a la chica que habíavisto siete u ocho meses atrás. Esa chica era dulce, remilgada y formal. La chica que tenía ahora delante de mí era una fantasía sexual en movimiento.
—Comer —bromeó, y me di cuenta de que yo también estaba sonriendo. Por primera vez en meses me salía una sonrisa verdadera, no una forzada
.—Bueno, sí, lo suponía. Quiero decir que qué haces aquí, en el sur de Seúl .
Apretó los labios y sacó un poco la lengua para lamérselos con nerviosismo. Mmm... No me importaría probar esos labios.
—Voy a pasar el verano con Sun Hae. Mi amiga va en dirección a la playa, así que me dejará en su casa después de cenar.
Sunnie. Mierda. ¿Por qué tenía que mencionar a Sun Hae? Mi buen humor se esfumó y de nuevo apareció la sonrisa falsa. Seulgi echó un vistazo por encima de mi hombro a la mesa donde estaban mis amigos y frunció el entrecejo.
—¿Ya os han sentado? —dijo mirando con frustración a la camarera—. Era de esperar —masculló. Seguí su mirada y vi que la camarera rubia nos estaba observando con expresión irritada.
—¿Qué pasa? —pregunté,devolviendo mi atención a Seulgi . Suspiró y me volvió a mirar.
—Llevamos esperando mesa al menos un cuarto de hora.
Ah. La camarera nos había dado su mesa. Un problema que yo podía solucionar.
—Ve a por tu amiga, os sentaréis con nosotros.  Seulgi me ofreció una sonrisa deslumbrante.
—Vale, gracias, vuelvo en seguida.Contemplé cómo se giraba y volvía a la barra. Era imposible no fijarse en su trasero mientras contoneaba las caderas de un lado a otro. Maldita sea. Seulgi tenía buen aspecto.

Si Fueras Mio~ JiminWhere stories live. Discover now