𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 6: Pretzels para el abatimiento.

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Sean:

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Sean:


Hace ya 6 meses que llegué a Denver, según mi madre, donde pasé la mayor parte de mi infancia, aunque no me acuerdo de eso, nos mudamos a este lugar por problemas personales.

Me inscribieron a la escuela más cercana de mi casa, nunca e tenido alguna objeción en contra de las decisiones que mi madre toma.

Suele decidir sin consultarme en nada lo que vaya a hacer, ni siquiera de las cosas en las que este involucrado y me conciernen.

Debo admitir que si me hubiese gustado que me haya consultado antes de mover toda mi vida de Boston a Denver.

El primer día de clases estaba completamente perdido, no sabía donde estaba mi aula de clases.

Me desesperó en el momento , cuando preguntaba a algún prefecto me contestaba cortante, me decían que preguntara a otro o simplemente me revolvían más.

Me quede un rato en el pasillo de la escuela, intentando descifrar el croquis de la escuela que había en un muro cuál era al aula que debía asistir cuando un muchacho se me acerco.

A pesar de ser hombre, debo admitir que la belleza de ese muchacho me dejo sin aliento por un instante.

Era alto (sin embargo no más que yo) ojos color Miel, pelo negro azabache y con una silueta algo atlética.

Un deleite visual para las mujeres.

Amablemente me ayudo a buscar mi aula de clases ,con mi papeleo que me pide la escuela,me dejó en la puerta de mi salón para salir corriendo a su clase, le di mi número para estar en contacto con él.

Antes de que empezaran las clases algunos compañeros se me acercaron, preguntaban mi nombre, mi origen , si era alguna celebridad, etc.

No soy estúpido, la mayoría de los que se me aproximaban lo hacían por popularidad,ya que soy atractivo (y no es por ser egocéntrico) es un hecho.

Por más que tratara de socializar con los demás, contestar sus dudas, divagaba sin dejar de pensar en ese chico, Connor.

Bello nombre, agradable al oído y suave de pronunciar.

En absoluto podía dejar de pensar en que su nombre se me hacia extrañamente conocido, es una posibilidad, siempre y cuando Connor haya vivido aquí toda su vida.

A partir de ese día, estuve en contacto con Connor hablar con el es sencillo y fluido no se nos acaban las pláticas.

Salimos de vez en cuando, no quiero hacerlo sentir agobiado y que acabe cansado de mi amistad.

Sin que se de cuenta lo veo de lejos, en la parada de autobús cuando voy a la cafetería por mi té favorito.

Se ve distante, inalcanzable,  por la manera en la que se sumerge en sus pensamientos es una de las personas más enigmáticas.

Flavors: El sabor del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora