Por el aspecto de ambos no quedaba claro quién se había bañado: el perro lucía un pelaje sedoso y brillante, pero la ropa y la melena que continuaban empapadas eran las de Bellatrix. Aún así parecía genuinamente feliz. Tras contemplar de nuevo lo guapo y deslumbrante que estaba su amigo peludo, la bruja se dio por satisfecha.
-Ven, perrito –le indicó saliendo del baño.
Él la siguió hasta la cocina. Su prima buscó entre las latas de conservas y encontró una grande de albóndigas en salsa. Vació el contenido en un plato y lo bajó al suelo junto con un cuenco de agua. Sirius se preguntó cómo conseguía la comida: en esa casa no tenía elfos y desde luego no se la imaginaba haciendo la compra...
-Cena mientras yo me ducho porque "alguien" me ha empapado por completo –indicó dándole un pequeño golpe en el lomo.
Seguidamente se encerró en el baño. "Vale, esto va mal", caviló Canuto mientras devoraba las albóndigas, "Si no la conociera estaría casi tan enamorado de ella como de mí mismo".
Probablemente Bellatrix sentía sola. También le agotaría pasar el día sembrando el caos y siendo la más salvaje de los mortífagos para demostrar que aun siendo mujer era la mejor. Necesitaba distraerse y encontrar una mascota rebelde había sido la solución a sus problemas. Pero eso no podía hacerle olvidar quién era. "No pienses así, joder, ¡que es tu prima! ¡Y es mortífaga, una asesina!" argumentó en su contra. Sirius tenía una misión: obtener información y detenerla. No podía distraerse de eso.
Terminó de cenar y tras varios tragos de agua se acomodó junto a la chimenea. Al poco se abrió la puerta del baño.
-¡Sí que tenías hambre! –comentó al ver que no había dejado ni una gota de salsa.
El perro la miró y se arrepintió al instante. Bellatrix solo llevaba la toalla enroscada. Su melena oscura, con brillantes gotitas de agua caía casi hasta su cintura en contraste con su piel semejante al nácar. Sin maquillaje su rostro lucía noble y también infantil, con ojos grandes, nariz pequeña y labios carnosos. Sus clavículas perfectamente marcadas denotaban su delgadez. No obstante, su escote seguía resultando llamativo y sus piernas empezaban a recuperar musculatura gracias al ejercicio (al ejercicio de matar humanos, probablemente). A Sirius siempre le pareció la más atractiva de sus primas... y de todo el colegio, pero procuraba ocultárselo a sí mismo.
Por suerte la bruja se metió a su habitación y el espectáculo terminó. Canuto volvió a apoyar la cabeza en la alfombra mientras rezaba porque se acostase ya. No fue así. Unos minutos después, Bellatrix reapareció y se sentó en el escritorio para continuar con el trabajo de la noche anterior. El animago la observó durante horas. Leía, escribía y murmuraba cosas para sí misma. De vez en cuando se adormecía sobre la mesa, pero en cuanto oía el más mínimo ruido –el más mínimo- abría los ojos y alzaba su varita. Así que de nuevo, se rindió y se quedó dormido junto a la chimenea.
Despertó cuando amanecía. Se desperezó y observó sorprendido que la bruja no estaba en el escritorio. La casa estaba en silencio, solo se oía fuera el canto de los pájaros más madrugadores. Bellatrix estaría durmiendo. "¡Por fin!" pensó el animago. No se atrevió a transformarse hasta estar seguro de que ella dormía. Extremando el sigilo, se acercó a la puerta entreabierta del dormitorio. Le extrañó ver que en la cama no había nadie. Era imposible: no podía aparecerse dentro de la casa y de haber salido, él se habría despertado. Ladeó la cabeza desconcertado. ¿Le echaría sedantes en la comida?
Entonces descubrió en el suelo un bulto semicubierto por una manta. Pese a su odio, se le encogió el corazón. También él pasó por eso: tras tantos años durmiendo en el suelo de una celda, el cuerpo se acostumbra y se hace difícil dormir en un colchón. Resulta demasiado blando y extraño. Durante meses a Sirius le costó menos dormir en cuevas que en su dormitorio de Grimmauld. Sacudió la cabeza y entró con sigilo. En cuanto puso una pata dentro, el bulto se movió y murmuró:
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¿Vienes a buscarme, perrito?
FanfictionA Sirius Black le han pasado cosas muy surrealistas, pero ninguna tanto como verse adoptado por su temida prima Bellatrix Lestrange que lo confunde con un perro callejero.