Capítulo 12

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Nota: Me da mucha tristeza pero este es el último capítulo. Un millón de gracias a todos los que habéis seguido la historia, vuestros comentarios me han alegrado la vida. Espero que os haya gustado y ojalá os guste el final. ¡Un abrazote gigante!

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Cuando Canuto despertó, le costó recordar dónde estaba. Hasta que notó que lo envolvía el olor dulce y salvaje de Bellatrix y el de su casa. Había dormido más de diez horas, un record que no batía desde la otra vez que estuvo en aquel refugio. Sospechaba que lo mismo le sucedía a su prima. Como ella aún dormía abrazada a él, no se movió. Observó por la ventana que la primavera había dotado al bosque de verdor y frondosidad y todo estaba cuajado de flores blancas. Los pájaros trinaban y reinaba una calma absoluta.

Más relajado que la noche anterior, se preguntó cómo habría acabado la batalla. Sin duda Voldemort habría huido y Dumbledore habría llevado a Harry de vuelta al colegio. ¿Pero aceptaría por fin Fudge que el Señor Oscuro había regresado? "Dado el negro panorama al que me enfrento, creo que eso es lo de menos" pensó él. Observó a Bellatrix respirar suavemente contra su cuello con el brazo alrededor de su lomo. ¿Qué iba a hacer con ella? Tras darle varias vueltas, decidió que sin saber lo que pensaba su prima no podía tomar ninguna decisión.

-Mm... -murmuró la mortífaga empezando a desperezarse.

Se frotó los ojos y recordó dónde estaba. Y con quién. Sirius volvió a su forma humana y la observó también incómodo. Sosegado el acaloramiento de la batalla y por fin siendo realmente el uno frente al otro, sin disfraces ni mentiras, no sabían qué decir. Se levantaron y Bellatrix murmuró que cuanto antes hablaran, mejor. Él aceptó pero no pudo evitar sugerir:

-¿Podrías hacer antes el desayuno? Lo he echado de menos.

La mortífaga sonrió sorprendida y asintió. Preparó el zumo de arándanos y sacó la botella de whisky para mezclarlo. Después cogió un vaso y un cuenco y se dio cuenta del error. "La costumbre, te lo iba a servir en un bol" murmuró sacando otro vaso. Él soltó una sonora carcajada. Los llenó mitad y mitad de cada bebida y desayunaron. Sirius apuró hasta la última gota y finalmente no les quedó otra que sentarse en el sofá.

-¿Cómo lo hacemos? –inquirió ella- ¿Empezamos por lo de qué vamos a hacer con nuestras miserables vidas o aclaramos antes nuestra convivencia previa en la que ambos fingimos no conocernos?

-Mejor vamos por orden, como mi madre cuando se trajinó a todos nuestros jardineros.

-¡Es verdad! Lo hizo cronológicamente teniendo en cuenta sus edades. Eso dice mucho de Walburga: ordenada, concienzuda y comprometida con la satisfacción del personal.

Ambos Black rieron con ganas. Compartían el humor negro y las carcajadas ruidosas. Pero no podían postergar más la conversación, así que empezó él:

-Desde el principio supiste que era yo, ¿verdad?

-Sí, detecté tu aura mágica y te tendí la trampa para matarte. Apareciste en forma de perro, pero distinguiría tus ojos entre un millón. ¿Por qué no funcionó el hechizo de reversión?

-Una poción que diseñó Remus por error. Si lo hubieses intentado un día después, habría funcionado, los efectos solo duran unas horas. Pero no lo necesitabas... ¿Por qué no me mataste entonces?

-No lo sé. Me dio curiosidad eso, que pudieras mantener el estado animal. Y me hacía gracia ver hasta dónde llegabas con tu engaño. Todo el rato fui pensando: "Ahora por el camino lo mato, ahora en casa lo mato, ahora cuando se duerma lo mato, mañana por la mañana lo mato...". Al final lo fui dejando.

¿Vienes a buscarme, perrito?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora