One.

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Las estrellas adornaban cada rincón del cielo de aquella ciudad que les iba a brindar una segunda oportunidad a aquella pareja de inseparables. Horacio y Gustabo llevaban juntos desde hace aproximadamente 15 años, se conocieron por un barrio bajo de las calles de New York cuando solo eran unos críos, para ese entonces las cosas ya les iban bastante mal, pero Gustabo siempre intentó tener todas las situaciones bajo control para poder cuidar a Horacio, que aunque solo era un año menor que él siempre ha actuado como un niño, cosa que mantiene a día de hoy.


Tenían personalidades y objetivos muy diferentes, por una parte, Horacio solo quería ser el mismo, quería reírse y pasarla bien, y quizá también encontrar a alguien con quien sentirse amado de una manera distinta al amor que comparte con Gustabo. Este último es un "poco" diferente al menor, ya que aunque el mismo se dice a sí mismo que tiene un camino que quiere recorrer, realmente no sabe que es lo que quiere. Siempre habla de poder, dinero y mantener a Horacio a salvo, pero la verdad es que se siente muy perdido, no sabe lo que le gusta, no sabe lo que quiere, y ni mucho menos sabe lo que siente. Hace ya bastantes años que sabe que su destino no cuenta con un final feliz, toda la vida ha estado pasándola bastante mal, siempre fue rechazado y maltratado por los demás. Pero un día todo cambió.


Decidieron que la mejor opción era mudarse de aquellos barrios de mierda, para así ir a la bella ciudad de Los Santos, una ciudad que estaba en la boca de todos, Gustabo sabia que ahí tenía buenas oportunidades, había escuchado hablar de que en esa ciudad había el mismo nivel de poder entre las mafias y la justicia, y la verdad que eso le había llamado grandemente la atención. El poder es poder, da igual en que bando estés, él sabía perfectamente que podría valérselas por sí mismo en cualquiera de esas dos opciones, sin embargo, tenía claro que encajaba menor con la delincuencia. Pero había un problema. Horacio era demasiado bueno para esa vida, era un alma que desprendía demasiada luz propia como para meterse en un lugar tan oscuro, seguramente eso provocaría que lo acabaran matando por su bondad, era una gran debilidad.

Caminaban en silencio por las oscuras calles de Los Santos, una ciudad que ya había llamado la atención de la brillante mirada de Horacio, paseaba sus ojos por todos los escaparates de todos los locales por los que pasaban, Gustabo por otro lado s...

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Caminaban en silencio por las oscuras calles de Los Santos, una ciudad que ya había llamado la atención de la brillante mirada de Horacio, paseaba sus ojos por todos los escaparates de todos los locales por los que pasaban, Gustabo por otro lado solo miraba al suelo, caminando con las manos en los bolsillos de su chaqueta negra.


— ¿Qué te parece todo esto, Gustabo? — preguntó mirándole con una sonrisa.

— Bueno, no está mal... — Sus ojos azules se dirigieron al más alto, mirándole con seriedad. — Pero ya tendríamos que estar pensando cómo cojones vamos a ganarnos la vida. No quiero tener que prostituirme o algo así.


Horacio se rió en voz alta, llamando la atención de una pareja que caminaba al otro lado de la calle, Gustabo le correspondió con una sonrisa disimulada.


— Mientras estemos juntos vamos a estar bien, ya verás. — Su sonrisa no desaparecía aunque estuviesen hablando de ese tipo de temas. — ¡Pero hoy deberíamos celebrar que hemos cambiado el rumbo de nuestras vidas! — Gustabo suspiró negando con la cabeza. — No seas así, estamos reventados por el viaje y deberíamos darnos un respiro, te prometo que mañana me pondré serio.


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