Two.

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El alcohol le había subido desmedidamente, cada beso y cada caricia que recibía lo respondía casi sin tener consciencia de quién era la persona que se las proveía. Su cabeza le dolía y se le caía hacia los lados ya que en ese momento no tenia ningún tipo de equilibrio.

La luz de la luna iluminaba el rostro de su acompañante, quien repartía besos por su cuello y pecho con ansias. La habitación en la que se encontraba estaba iluminada ligeramente, sin embargo, no podía distinguir dónde estaba, sin contar con que ya de por sí todo lo veía borroso. Las sabanas debajo de su espalda le abrazaban, se agarró a ellas en busca de estabilidad, todo le daba vueltas y comenzaba a sentirse abrumado por toda la combinación de situaciones que estaba experimentando.

Otra vez estaba en la casa de un desconocido cualquiera, otra vez volvía a enredarse entre las sabanas de alguien más, y todo era por el mismo motivo: sentirse deseado. Gustabo era alguien que estaba constantemente descontento con la persona que es él en realidad, había días en los que se negaba siquiera a mirarse en un espejo, pues cada vez que lo hacía veía su pasado y sus malas acciones en sus ojos. No era raro acabar engatusando a alguien para sentirse querido aunque solo fuese sexualmente, la mayor parte de las veces las personas con las que se iba ni siquiera eran de su agrado e incluso había ocasiones en las que se sentía tan mierda consigo mismo que era capaz de irse con gente verdaderamente repulsivas con tal de no escuchar lo que su cabeza le decía todo el tiempo, y al mismo tiempo, también sentía que se lo merecía.

Merecía ser usado y desechado como un juguete, se lo merecía porque lo único que hacía era manipular y utilizar a la gente, así que de esta manera conseguía castigarse a sí mismo. Obviamente Gustabo es inconsciente de que hace todo esto, solo actúa en base a lo que siente.

Una ligera presión en su cuello de parte de la mano de su amante de esa noche lo sacó de sus pensamientos. Sus ojos azules se dirigieron a los de aquel policía, estos recorrían con lujuria el cuerpo desnudo del rubio, como si quisiera memorizar cada detalle de su complexión.

Gustabo cerró los ojos dejándose llevar, "más fuerte..." suplicó en un murmuro, quizá en un intento de volver a callar sus pensamientos.

El mayor apretó el agarre de su cuello y sus movimientos se volvieron más rudos, haciendo que Gustabo frunza el ceño y apretase la mandíbula, le dolía todo el cuerpo, pero le gustaba. Le gustaba porque se sentía mancillado y maltratado, que es la única identidad del afecto que conocía.

Todas las veces en las que el agente quiso besarle fueron rechazadas, ya sea apartando la cabeza, o inclusive apartándolo a él directamente, eso era una línea que no iba a cruzar con cualquiera, y tampoco planeaba hacerlo, simplemente no quería correr el riesgo de transmitir sentimientos de aquella manera.

— Date la vuelta... — Un sonido húmedo se apoderó de la habitación en cuanto se separaron.

Gustabo hundió su rostro en la almohada, agarrándose con ambas manos a ella, pero pocos segundos después un tirón de su cabello hizo que mirase a un espejo que tenía el policía justo delante de la cama. Mirándose al espejo, Gustabo sintió asco con solo verse ahí reflejado, vió como era sometido por un tío que había conocido esa misma noche, demostrándole lo poco que valía y lo fácil que era profanarlo.

"No vales una mierda" pensó con desprecio a sí mismo. De repente, se vio en la necesidad de luchar contra sus lágrimas, esa imagen había provocado que un sentimiento de culpa le invadiese, de como un dolor que tenía en el pecho le iba subiendo por la garganta como si todavía le siguiesen apretando el cuello, casi como si le estrangularan.

Escuchaba los gruñidos roncos de su compañero detrás suya, mientras lo miraba desde el espejo y lo acompañaba con los suyos, el agarre de su pelo se hizo más fuerte, haciendo que su cabeza se echase atrás y sus ojos se cerrasen por la mezcla del dolor y el placer que el otro le estaba proporcionando.

ACAB | AU IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora