Subió al tren con una sensación de vértigo, aunque sinceramente, para ser una chica de 18 años que no había salido de su Comunidad Autónoma en su vida, no lo estaba llevando nada mal… Pronto encontró su asiento, se instaló y se armó de canciones y películas descargadas ilegalmente la noche anterior con la ayuda de Jose, por delante le esperaban casi 7 largas horas de viaje.
Al cabo de tres horas se hartó de escuchar las mismas canciones una y otra vez , entonces decidió ver una película que estaban echando en la pantallita le propio tren, pero era un auténtico muermo y se acabó quedando dormida, empezó a soñar con que estaba en el sofá de su casa y de repente sintió que todo temblaba, a continuación se despertó y se dió cuenta de que era el niño pequeño de atrás suyo que estaba dando patadas, un poco de mal humor se volvió y le dijo lo más amablemente que pudo:
Disculpa nene ¿podrías parar de pegar patadas en mi asiento, por favor?-dijo Hesty tratando de ser dulce.
¡No!-contestó el niño y le soltó una pedorreta, cosa que a Hesty no le hizo la más mínima gracia.
Al final paró, pero al rato cuando estaba entretenida ayudando al señor de al lado a hacer unos crucigramas cuando notó que algo tiraba de su gorro estampado con margaritas, que desapareció de su cabeza se giró hacia atrás y allí lo vio, su preciado gorro en manos de ese odioso niño, trató de arrebatárselo, pero sus esfuerzos fueron en vano.
¿Donde narices está tu madre?- preguntó perdiendo la paciencia.
¡A ti que te importa cateta!- respondió el niño de mala manera.
Y de repente una señora con cara de pocos amigos se acercó a ellos y comenzó a gritar como una posesa.
Aquí estoy, ¿algún problema?
Pues si, este renacuajo lleva todo el viaje dándome la lata y me ha quitado mi sombrero, si es usted su madre ¿podría por favor decirle que me lo devuelva?
Julio, hijo, devuélvele a la señorita lo que es suyo- dijo dirigiéndose al crío- Y tú niñata, deja de pelearte con críos de 6 años- le soltó a Hesty.
“La que faltaba” pensó Hestia pero se quedó callada y pensando que no quería tener hijos en la vida se sentó de nuevo.
Tranquila, antes de que tú llegaras se puso a cantar canciones de Bad Bunny, ha sido un horror ya que yo soy más de Vivaldi- comentó por lo bajini el señor con el que anteriormente estaba haciendo crucigramas.
Esta última gracieta a ella le hizo gracia y comenzaron a hablar de muchos temas interesantes ya que aquel anciano era un auténtico fan de la lectura al igual que Hesty, a quien aquel señor se le parecía a Yoda. El viaje llegó a su fin, cogió sus pertenencias y se bajó del tren.
Una vez que salió a la calle se sintió liberada, fascinada miró aquellos edificios antiguos, con aquellas ventanas y balcones tan grandes y esas decoraciones talladas en las fachadas de las casas y edificios importantes, el bullicio de la gente que andaba ligeramente, el aroma que desprendía el ambiente que estaba cargado de actividad y aquella brisa veraniega que corría al atardecer llenaron de emoción a Hesty. Se dió cuenta de que anocheció deprisa y se apresuró a coger un taxi, pronto divisó uno, se montó y le dio al taxista la dirección, el nº 33 de la C/Romero, la dirección que la llevaría hasta aquel piso compartido que tanto tiempo la llevaba esperando.
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Desafíos desafortunados
Teen FictionHestia es una chica que vive en un pequeño pueblo, al entrar en la carrera de Filología hispánica se tiene que mudar a Salamanca, allí correrá diversas aventuras y se enfrentará a retos con los que nunca había imaginado cruzarse. Nota de la autora...