Evolución

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Aún recuerdo aquellos tiempos en los que yo era feliz. Esos momentos que era capaz de dibujar una sonrisa y mirar hacia arriba.

Hmpf, qué diferente era todo, sonrisas por aquí, felicidad por allá...

"Gracias" me decían muchos, con ese brillo que les ilumina el rostro. Siempre a su servicio, sin importar qué estaba pasando.

Yo sufría, sufría mucho. Pero eso me daba igual, nadie era capaz de ver mi sufrimiento, al fin y al cabo, teniendo una sonrisa en la cara, nadie se preocupa por ti. Nadie se preocupa por saber que hay dentro de cada persona.

Pero daba igual, porque tenía personas a las que querer, y no hay nada mejor que eso, merecía la pena sonreír, e incluso era una sonrisa verdadera.

Tenía todo lo que quería, y era feliz. Así que, ¿Por qué no hacer feliz a otras personas?

Decidí hacerlo. Intentarlo al menos, y funcionaba. O eso creía.

Toda sonrisa era efímera, o falsa a veces. Podía creer que eran felices, pero cuando ya te has dado la vuelta, todos han borrado su momentánea alegría. Pero, después de todo, ¿Quién intenta ver que le sucede a otro?

¿Cómo estás? ¿Te preocupa algo? ¿Estás bien?

¿Quién se ha interesado por mí, aparte de los míos? Era realmente frustrante.

Pero, a algunos les bastaba esa pequeña ayuda para sonreír, les bastaba hacerlo al menos un momento, les gustaba. Así que seguía.

Hasta que perdí mi yo. Hasta que perdí lo que nunca podrá ser igualado. Les perdí.

¿Cómo continuar entonces? A todo aquel al que intentaba hacer feliz, sólo le importaba su felicidad, y ¿Qué hay de la mía?

Aguantar la dichosa sonrisa en mi cara era como superar al cielo. Da igual lo que hiciese, no tenía forma alguna de conseguirlo.

A fin de cuentas, ¿Quién me recuerda ahora? ¿Quién se ha preocupado por mi? ¿Quién ha valorado, como mínimo, mi intención?

Nadie. Absolutamente nadie. Todos son grandes egoístas que se preocupan por ellos y por lo que quieren. Y que le den al mundo entero.

Tsk. Mi mal no nace sino, de todos ellos, de todo humano egocéntrico. ¡Ah, pobre yo! Si me vieses ahora, saldrías corriendo. Huirías hasta donde fuera necesario, no aceptarías que tu ser se haya convertido en esto.

No soportarías haberte convertido en un cuervo.

MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora