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—Andrea, en 20 minutos tenemos la sesión de fotos para la portada de agosto. ¿Está todo preparado? ¿Has llamado al conductor, a la modelo, al fotógrafo?

—Sí, Miranda.

—Bien. Avisa a Nigel de que salimos ya, no podemos llegar tarde.

—De acuerdo.

Queda menos de una semana para que termine el mes de julio, lo cual implica que el plazo máximo para terminar la maqueta de la revista del mes de agosto es de cuatro días. El estrés se nota en el ambiente, pero sobre todo en la mirada impaciente e irritable de la editora jefe. Para Miranda Priestly no es suficiente que las publicaciones de Runway estén 'bien', deben estar perfectas. De no ser así, muchos podían terminar en la lista negra de la legendaria señora Priestly, y eso no era deseo de nadie.

Runway no era ninguna tontería, como mucha gente solía pensar o decir; era su vida entera. Exigía mucho a sus empleados porque su responsabilidad era tan grande y le había costado tanto llegar a donde estaba que no se dejaría ridiculizar por nadie. Por esa razón, se mostraba distante y fría con todos, aunque en el fondo se preocupara por algunas personas de su alrededor, a su manera. Sobre todo, de una en concreto: Andrea Sachs, su ayudante. La joven captó el interés de Miranda desde el día que entró en su oficina como candidata al puesto de ayudante. Era una chica peculiar, sin duda. Decía lo que pensaba, tenía potencial y se interesaba por Miranda como pocas personas lo habían hecho. Al fin y al cabo, para algo le pagaban. Pero no era simplemente eso, había durado más que cualquier otra chica en su puesto de trabajo y eso debía significar algo. Al principio había sido bastante torpe, inexperta y despistada, pero con el tiempo y con mucho esfuerzo se adaptó al lugar, convirtiéndose en una pieza clave de Runway. Y también de la vida de Miranda, aunque esta no lo quisiera aceptar.

Para la portada de agosto habían decidido mostrar a una mujer posando en una piscina, lo cual era típicamente veraniego, vaya. La piscina se encontraba en la azotea de uno de los edificios más caros y altos de Nueva York. Había sido difícil programar la sesión fotográfica porque allí acudía toda clase de gente rica y famosa, pero bastaba con pronunciar el nombre de 'Miranda Priestly' para que toda clase de cosas imposibles ocurrieran. Así pues, lograron reservar la piscina para varias horas.

Llegaron a dicho edificio y desplegaron todo su equipo: Nigel se encargaba del vestuario, el fotógrafo preparaba su trípode y Andrea hablaba con el propietario del lugar, mientras Miranda inspeccionaba todo con detalle. Solo faltaba la modelo. Andrea intentó contactar con ella por el móvil varias veces hasta que la mujer contestó y le comunicó que le era imposible acudir a la sesión porque habían ingresado a su madre en el hospital y debía quedarse con ella. Andrea intentó tranquilizarla y le dijo que no pasaba nada, que ya se las arreglarían. Cuando colgó, se lo comentó al equipo y todos la miraron con perplejidad. Todos menos Miranda, que la miraba decepcionada, como si ella hubiese tenido la culpa; ¿cómo no había previsto que eso podría haber pasado? ¿Por qué no había contratado otra modelo por si acaso?

No quedaba tiempo, la sesión tenía que hacerse ese día sin falta porque luego tenía que ser revisada por varios departamentos y quedaban solamente cuatro días. Debían encontrar una solución y rápido. Andrea desbloqueó su móvil y revisó su lista de contactos para encontrar otra modelo; sin embargo, Miranda intervino:

—Podrías posar tú, Andrea.

—¿Yo? ¿Co-cómo?

—Sí, tú —repitió, esta vez mirándola fijamente—. Yo no puedo posar, por razones obvias que no me molestaré en explicar. Se lo propondría a Nigel, pero creo que no es lo que queremos proyectar. Queremos una mujer en la portada y él no lo es. ¿O me equivoco? —preguntó levantando una de sus cejas.

Portada de Agosto - Mirandy [one-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora