Anécdotas

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Me sentía peor de lo que me podría haber imaginado después de aquella desastrosa reunión en casa de mis padres, había regresado a mi departamento con los sentimientos revueltos y no tenía forma de calmarlos parecía como si mi cama fuera de arena movediza, al moverme tanto me hundía más y la verdad es no era mi cama sino mi cabeza la se sentía así.

No sabía ni qué hora era pero baje al apartamento de la Sra. Testa y ya me encontraba tocando el timbre sin razón alguna, no esperaba nada, ni que estuviera despierta solo se que me encontré necesitando algo, un no sé que; hablar, llorar, reír, bailar, cantar o tal vez solo estar con alguien. Hay cosas que simplemente no se pueden explicar y al parecer de eso parecía saber la Sra. Testa que justo cuando me vio no dudo de invitarme a entrar, tal vez solo fueron la ojeras.

- Los cupcakes siempre logran acabar con mi estado de divagación en las noches querida - Debo admitir que la forma rápida de moverse hacia la cocina, me dio algo de gracia lo cual ya era un avance considerando mi estado. - obviamente no me los como porque está figura no se mantiene con puras calorías y más en la madrugada, sino el proceso, relaja. ¿No crees?

- Tal vez deba dejar de ir al loquero entonces.

- Si, aunque todavía no lo descartes, me ha pasado que; claro solo en algunas que otras ocasiones en mi vida que me encuentro sola y nadie está ahí para escuchar, a veces lo único que necesitamos es que nos escuchen así sea pagando, como casi todo.

- ¿casi todo?

- Si casi, el amor es lo único que no se puede comprar mi cielo y el don de hacer los mejores cupcakes.

- Pareces estar muy segura de eso.

- Lo estoy, dios es testigo - La Sra. Testa tenía una forma muy única de mirar cuando estaba en lo cierto, como si la edad tuviera de ella fuera la factura comprobante de ese hecho.

- Un día si estás de acuerdo me gustaría escuchar esa historia.

- No perdamos entonces el tiempo, no debiste decirme que hablara ahora nunca me voy a callar y como no me gusta hablar de mi - Quizás sea muy pronto para decirlo pero se estaba convirtiendo en mi persona favorita - Pero eso sí, mientras yo hablo y tú escuchas, empecemos a preparar los cupcakes.

La Sra. Testa no me preguntó que hacía ahí esa noche o a esas horas pero me imagino que fue cosas del destino, para ambas. Aunque yo no crea mucho en esas cosas, se convirtió en algo revelador, para ella de que alguien se aguantará su parloteo y una mirada sincera de interés. Para mí en algo que iba mucho más allá, de algo que simplemente aun no tenía ni idea.

Leonore Testa nació en 1949, en Italia. Justamente cuatro años después de la segunda guerra mundial en un pequeño pero hermoso pueblo llamado Varenna. Según ella no recuerda haberlo pasado mal, ya que sus padres se dedicaban a las pescadería y nada les faltaba en casa. Tuvo una infancia feliz a pesar de esto, aunque lo que ella me cuenta también fue una muy conservadora.

Todo el pueblo era de esta forma, ya que la religión católica se consideraba y se respetaba como una necesidad básica, así como el agua. Sin ella no podemos sobrevivir. La gente asistía a misas como si fuera el programa favorito del día. Y eso para ella y para los demás no era algo que fastidiaba.

Leonore disfruto y busco consuelo cada vez que podía en Dios. Para ella siempre ha sido su mejor amigo. Cuando hacia algunas travesuras a todas sus hermanas mayores, ya que ella creía que eran muy serias y les faltaba diversión a sus vidas. Al hacer pasteles para su familia como forma de disculparse con ellos. Su familia sabía que cuando Leonore se sentía mal creaba dulces o cuando los demás lo estaban. Su lógica siempre era que si los dulces la hacían sentir muy bien en cualquier momento, entonces en los malos momentos también.

SonderWhere stories live. Discover now