El Intercambio

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Hace años éramos importantes, algunos dirían indispensables. Las mujeres nos llevaban en sus carteras, los hombres en el bolsillo delantero de sus camisas. Muchas éramos constantemente compradas, usadas, prestas, útiles. Veníamos en todos los colores, con resorte, tapa, carcasa transparente u opaca, elegantes puntas metálicas con bolillas capaces de deslizar la tinta. Pero fuimos reemplazadas por modernos y toscos teclados de computadora, los cuales debían estar inmóviles para ser utilizados. Las biromes quedamos atrás, olvidadas en el viejo lapicero, llenas de polvo, con la tinta seca, los resortes oxidados, las carcasas destruidas y, por primera vez, entendimos a lo que nuestras antecesoras, las plumas, se referían cuando nos decían "disfrutalo, porque cuando alguien te reemplace sólo vas a poder quedarte tiesa e impotente"

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