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Vingt-trois

Harry está emocionado y Louis puede afirmarlo por la manera tan dulce y excitante en la que huele y porque tiene este brillo inmenso en los ojos verdes qué hace que se le vea un resplandor en los orbes que puede dejar incluso ciego a cualquiera que los mire, pero cuando Louis lo ve lo único que consigue es que el corazón se le alumbre.

Termina respirando profundamente mientras montan las maletas, que en realidad no son más que un par de bolsos con la ropa que necesitan para el resto de la semana, en el taxi que han pedido para que los lleve a la ciudad de Louis.

Hace un par de días que Louis ha salido de la universidad por las vacaciones del aniversario y aunque le han dejado una cantidad inconsiderable de tareas se la pasó haciendo todas y cada una de ellas para no regresar a casa y hundirse en la depresión de estar retrasado.

También ha limpiado su departamento, ha lavado la ropa, pagado el recibo de la luz, cosa que había estado retrasando por alguna razón que no se termina de explicar y ha dejado una lista de las compras que debe hacer cuando regrese en una hoja cualquiera que sostuvo contra la puerta de la nevera con un imán en forma de perrito que alguna vez Zayn le regaló porque le recordaba a él.

Harry por su lado ha hecho unos encargos desde el día de ayer y solo ha podido cerrar hoy a las cuatro porque un cliente venía a recoger un pastel para el aniversario con su omega. Louis ha estado presente cuando Harry preparaba el pastel, cuando lo estaba decorando y cuando lo terminó, y se ha quedado con el recuerdo del alfa deslizándose en la cocina y dejando una pizca de su alma en el pastel como si fuera su vida.

Ha sido algo precioso y cada vez que Louis cierra los ojos puede verlo moverse como si flotara. También ha limpiado su piso y él le ha ayudado en esa parte porque quizás es un poco, demasiado, maniático de la limpieza y en realidad disfruta de hacer que todo llegue a brillar, o casi.

Harry ha estado muy contento de que el polvo de los estantes haya desaparecido, porque le provocaba demasiados estornudos y tan agradecido con Louis que cuando terminaron de limpiar le llenó la cara de besos y le propuso un baño con jabón aromático porque en algún momento cayó en cuenta de que Louis estaba yendo a su casa a bañarse tan solo para terminar oliendo a vainilla aún cuando su propio aroma era un poco, quizás demasiado mejor.

La compuerta del baúl del taxi está cerrada llamando la atención de Louis y ambos se meten en el coche. El omega le da la dirección al taxista que resulta ser un beta de ojos clarísimos y sonrisa espléndida.

Su nombre es Noah y es lo bastante respetuoso como para mantener una charla casual con Harry y Louis sin llegar a parecer que tiene diferentes intenciones, porque en realidad no las tiene y solo intenta hacer del camino un tanto más agradable.

Louis agradece por eso, sobre todo porque se siente un nervioso de regresar a su pueblo en donde estuvo la mayor parte de su vida si no es que completa. Decide distraerse con la alegría del alfa, quien le ha cubierto los hombros con el brazo y le ha dejado un beso en la sien cuando se ha quedado callado de repente, hundido en su profunda mente que ya no sabe si considerarla peligrosa o como una simple laguna.

Louis le sonríe suavemente a Harry y ese mismo beso se lo devuelve en los labios, y quizás el chófer del taxi los mira por el espejo y les permite pasar lo poco que queda de camino juntos.

Pero en algún instante llegan y a Louis se le revuelven las tripas hasta que siente la bilis a punto de salírsele por la boca, por supuesto no lo permite y se traga el ácido que le destroza la garganta cuando se ve delante del edificio donde vive Niall.

—¿Es aquí?— Pregunta Harry llamando su atención.

Louis no despega la mirada de la ventana pero aún así mueve la cabeza en una afirmación que le da la respuesta y Harry sonríe suavemente y le besa la mejilla antes de sacar su billetera. Louis parpadea antes de verlo y arrugar el ceño.