Prólogo.

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El bullicio provocado por los niños de primaria es bastante notorio, haciendo que sea evidente la estadía de infantes allí. Tul se pasea por un área del lugar que está llena de flores silvestres, le gusta mucho verlas y dibujar en su cuaderno, con sus plumones, cuando se encuentra una nueva especie de flor.

—¡Tul, no vayas muy lejos. Pronto comenzarán las actividades! —el niño de diez años levantó un dedo pulgar hacía la profesora que le había hablado, en señal de afirmación.

Con la llegada de la primavera, comienzan las actividades recreativas que su escuela organiza previo a las vacaciones.

Tul en un inicio estaba renuente a participar, pero después de algunos berrinches tuvo que entender que si no participaba en alguno, no obtendría el punto de participación obligatoria. Es así que al final tuvo que venir de excursión a un campo con algunas cabañas y veredas. Su humor al respecto cambió cuando, aún estando dentro del el autobús, divisó la variedad de coloridas plantas silvestres. Dibujarlas es su pasatiempo preferido.

Siempre prefirió pasar tiempo dibujando en su cuaderno, que jugando con sus compañeros. Sentía que estaba fuera de lugar cuando se acercaba por un intento de integrarse.

Es así que apenas pudo bajar del autobús, sacó de su mochila sus materiales y se dirigió rápidamente hacia el primer grupo de coloridas flores que encontró.

Mientras pasaba por algunos arbustos escuchó un sollozo que provenía de ellos, así que como todo niño curioso se metió entre ellos y descubrió a una figura bastante esbelta y pequeña que tomaba sus piernas entre sus brazos a la vez que escondía su cabeza. Tul reconoció el uniforme deportivo de su escuela en aquel niño llorón y a pesar de no ser muy empático con otros, decidió hablarle:

—¿Qué haces aquí? —su voz provocó que el contrario levantase la cabeza y dejase expuestas sus mejillas húmedas y nariz roja, esto llamó la atención de Tul y al no recibir respuesta inmediata volvió a lanzar otra pregunta: —¿Por qué lloras?

El niño se limpió los ojos y le observó con una triste mirada.

El hecho de que esta persona no dijese nada hace que Tul se sienta incómodo. —¿Acaso no sabes hablar?

Al no escuchar algo al respecto tomó sus cosas y estaba por levantarse, bastante molesto por no recibir respuesta, cuando una voz aguda y tenue llegó a él: —Sí sé hablar.

—Entonces dime, ¿Por qué lloras? —insistió.

—Los otros niños se burlan de mi. Dicen que soy más pequeño que una niña de primer grado, ellos dicen la verdad —con la última frase, Tul observó los ojos de aquel niño llenarse de nuevo con lágrimas.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó con interés.

—Cumplí nueve este año —el infante por un momento pareció avergonzado de decir eso.

Tul, en su mente inocente, no niega que aquel niño es bastante pequeño para su edad, pero también está consiente de que, tanto aquel llorón como él, crecerían en un futuro. Así que con ese pensamiento en mente, metió una de sus manos en el bolsillo de su short y de allí sacó una semilla que recolectó en el camino. Extendió esta hasta el rostro rojo y húmedo, llamando la atención del mismo.

—Observa —dijo —. Incluso esta pequeña semilla, con perseverancia, es capaz de crecer como uno de los más grandes y majestuosos árboles. Sólo se necesita tiempo. Tú también crecerás, no debes preocuparte por lo que los demás digan —una orgullosa sonrisa se asomó en los pequeños labios de Tul.

El niño que momentos atrás lloraba sin consuelo escuchó atentamente aquellas sabias palabras. La seguridad con la que fueron pronunciadas lo llenaron de un sentimiento reconfortante. De pronto todos sus ídolos y súper héroes de la televisión fueron reemplazados por este chico que lo encontró llorando tras un arbusto. Sus ojos se llenaron de admiración y un pensamiento fugaz apareció en su cabeza: <<Cuándo sea grande quiero tener a esta persona a mi lado, por siempre. Pero primero creceré, me haré inteligente y fuerte para ser digno de él.>>  

—Toma —Tul tomó el brazo izquierdo del contrario y dejó la semilla sobre la pequeña y pálida mano —. Cuando te sientas triste de nuevo sólo tienes que pensar en esta semilla.

El niño asintió frenéticamente mientras hace un puño para evitar que el objeto se caiga en un descuido. 

〰 • ☁ • 〰

Cuando el sol comienza a esconderse en el horizonte, un pequeño niño de nueve años viaja dentro de un auto rojo brillante, mientras relata lo maravilloso que había sido su día:

—¡Entonces el se acercó y me regaló esta semilla! —de su short sacó el pequeño objeto y lo puso en la punta de sus dedos, cuidando de que no se cayese —. ¡Mira papi, mira!

—En este momento no, Maxie. Estoy conduciendo —respondió el hombre adulto mientras veía de reojo el espejo retrovisor —. Me alegra que hayas hecho un nuevo amigo. ¿Cuál es su nombre?

—Su nombre es... —repentinamente su sonrisa alegre se desvaneció, al darse cuenta de tan importante detalle que pasó por alto—. Yo... no se lo pregunté —su emoción y entusiasmo habían sido tanto, que olvidó preguntarle ese gran detalle.

—Oh, no te preocupes cariño. Cuando las vacaciones terminen podrás buscarlo en la escuela.

El pequeño Max cruzó los dedos para que eso realmente fuese así.

II. Los Juegos Del Destino | MaxTulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora