Los primeros rayos del sol entraban en la habitación dando paso a la calidez de un día qué amenazaba con ser soleado, una alarma de teléfono indicando las 6:30 interrumpe el silencio.
Frunzo el ceño ante el sonido aún con los ojos cerrados, mi mano automáticamente se mueve a silenciar el móvil, veo la hora ya son las 6:35, debo levantarme para ir a trabajar en el primer turno, pero esto implica mover al hombre que ahora mismo está durmiendo en mi pecho.
Su cara casi tapada con lo largo de su cabello que cuando no está en cresta cae sedoso, se ve apacible, tranquilo, quién creería qué cuando está despierto es cómo un petardo a punto de estallar, lleno de energía.
El ultimo mes pasa fugaz a través de mi mente y aún no me creo lo afortunado que soy al terminar cediendo a algo que me había negado hace tanto tiempo, me he decidido a ser feliz y eso es sinónimo de la persona que ahora mismo me abraza la cintura.
-Quedarse viendo a otros por mucho tiempo es de mala educación.- comentó la voz somnolienta de un Horacio recién despierto.
-No te estaba viendo ¿qué dices?- le respondo.
-Pues normal, cariño, si soy bellísimo- continúa hablando sin levantar el rostro pero con una sonrisa ya pintando su boca.
Y no puedo refutar contra eso porque realmente, no se en que momento, éste hombre me empezó a parecer él ser humano más hermoso del mundo, es qué aún alucino con como sucedió todo.
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UN MES ANTES
Después del último operativo contra la mafia, en el cual participó buena parte de Comisaría y del que salimos victoriosos logrando atrapar a tres de ellos y abatiendo a otro, fuimos a celebrar al Tequila.
A pesar de qué no habíamos desmantelado toda la mafia ya sentíamos ésto cómo una pequeña victoria, había cuatro de ellos menos y teníamos información de tres más, estábamos listos para dar el golpe final.
Pidiendo un vodka directo en la barra veo como se acerca a mi lado el inspector jefe Dan, con su máscara, el que ahora sabía era Horacio detrás de ese pasamontañas.
-Buen trabajo, inspector.- le dije en cuanto se sentó a mi lado mientras él pedía una cerveza, volteó a dónde yo estaba, sólo podía ver su maquillaje de ojos a través del espacio qué dejaba entrever la máscara y por las pequeñas arrugas que se hacían a los lados de sus ojos, podía decir que estaba sonriendo.
-Muchas gracias, Comisario, usted tampoco ha estado mal. - dijo mientras se subía la máscara hasta la nariz para tomar de la bebida qué ya le habían traído.
Por una extraña razón, mis ojos se dirigieron a sus labios, me hizo sentir incómodo esa acción y voltee inmediatamente mi cara al frente, sentía cómo el calor se subía a mi rostro, apenas llevaba cuatro vasitos de vodka, será que la edad ya me estaba afectando y no toleraba el alcohol igual.
Me di cuenta que se levantaba de la silla para irse y sin pensarlo mucho le hablé para detenerle
-Le debo una disculpa.- le dije lo suficientemente alto para que me escuchara, pero sin gritar y se detuvo en seco, giró el cuerpo para estar de frente.
-¿Cómo dijo?
-Que le debo una disculpa, no he tenido la oportunidad de disculparme por... Bueno, por todo.
Sentándose otra vez en el taburete a mi lado me preguntó -¿Qué es "todo", Comisario?-
Joder, no me la iba a poner fácil.
-Pues tratarle cómo le traté después de lo de Torrente, cuando lo llevé a interrogatorio, ignorarlo adrede, yo... yo no había podido hacerlo antes porque el momento no se había dado y también porque admito qué me daba algo de vergüenza, no soy de estas cosas, joder, de hablar así. No tenía idea qué estaba haciendo usted y estaba confundido y... Joder.-Me quedé callado porque no sabía que más decir, era un desastre para expresarme, pero necesitaba qué él me entendiera.
Hubo un silencio por unos segundos y él habló.
-No se preocupe Volkov, éstoy bien, de verdad, no puedo decir que no me molestó en su momento, pero no hay rencores.
-Y sobre lo otro...
-¿Qué otro?- volteó ligeramente la cabeza hacia un lado, confundido.
-Sobre... Bueno, el hecho de qué yo le gustaba y...-
-Aaaaaah -dijo solamente y volvió a quedarse en silencio otros segundos, Dios, odiaba esas pausas- Pues puedo decir que aún le aprecio mucho.
-¿Aprecio?
-Si, a ver, yo tuve le oportunidad muchas veces de mandarle a la porra, de ni siquiera hacerle caso, incluso ahora, ni siquiera debería estar con usted aquí hablando, podría pasar de usted y no dirigirle palabra, pero no puedo, se me hace imposible tratarle con indiferencia.
-¿Pero le gusto?
-Pues no, yo no lo llamaría gustar ya, sin embargo no puedo negar que cuando le veo todavía algo revolotea por ahí en mi estómago pero qué más da, usted no está capacitado -dijo al final, riéndose de lo qué le respondí hace tiempo atrás cuando se me declaró.
-Tiene razón- admito por fin- no estoy capacitado, tal vez nunca lo estaré pero...- dije cómo un pensamiento lugubre dicho en voz alta, me aseguré de tomar los últimos dos tragos de vodka de 15 que había pedido.
-¿Quiere continuar la conversación en otro lugar?
-¿A qué se refiere?
-Tengo mejor vodka en mi casa que éste, ¿Me acompaña?
-Eeeh Volkov, yoo... sabe que no soy bueno tomando y mezclando, además ya llevo dos cervezas y con vodka no se si yo...
-Bueno, no beba usted, pero acompáñeme a casa, además necesito qué alguien me lleve ya he bebido mucho.
-Mmm, vale, déjeme avisar a los demás que nos vamos y...
-No, no -comenté apresurado- Vamonos y ya, que ésta gente es muy cotilla, usted sabe.
Hizo un asentimiento con la cabeza -Después de usted- y señaló a la puerta.
Caminamos los dos hacia fuera del bar, hacía una bonita noche, fresca, mi interior sin embargo, sentía que iba a explotar, no se que me llevó a invitarlo a mi casa, es qué prácticamente lo obligué, ¿Que me pasa?
-¿En su coche o en el mío?
-Da igual, vendremos a buscar el que quede aquí por la mañana.
Giró la cabeza muy rápido hacia mi con los ojos muy abiertos, no entendía que le pasaba hasta qué me di cuenta de la última frase que había dicho.
-Vamos en el suyo- le respondí siguiendo con la conversación como si no hubiera pasado nada ¿Había insinuado sin querer qué íbamos a pasar la noche juntos?
Así parecía.
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Nada es para siempre - Volkacio
Fiksi PenggemarA veces las lecciones de vida, llegan a aprenderse de la manera más difícil.